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domingo, 13 de mayo de 2012

Se Necesita encontrar la Pasión en lo que haces!!!


Ya lo dijo Jorge Luis Borges, Emily Dickinson «prefirió soñar el amor y acaso imaginarlo y temerlo». Y, sin embargo, como también advertía el genio argentino, «no hay una vida más apasionada y más solitaria que la de esta mujer». No son palabras menores. Nunca lo fueron las pronunciadas (y sobre todo escritas) por el autor de «El Aleph», pero en este caso su afirmación es, si acaso, más apropiada que nunca y se convierte en acertadísima reflexión sobre la vida y obra de una de las mayores poetas que dio el siglo XIX. Una vida y una obra que el ilustrador Kike de la Rubia descubrió hace relativamente poco y que le ha inspirado para ilustrar «El viento comenzó a mecer la hierba», una selección de 27 poemas de Dickinson que ha publicado Nórdica Libros en edición bilingüe y traducción de Enrique Goicolea. «Empecé a leer a Emily Dickinson hace dos años. Habitualmente no leía poesía y alguien muy cercano me introdujo en su universo», confiesa el ilustrador al otro lado del hilo telefónico. En este caso se invirtieron los tiempos y hasta los roles y fue el propio De La Rubia el que, llevado por la emoción que a todo buen lector le embarga al acercarse a esta poeta, le propuso al editor de Nórdica, Diego Moreno, el proyecto en una presentación en la que coincidieron. El proyecto tardó tiempo en cuajar por diferentes circunstancias, pero, finalmente, el editor de Nórdica descolgó el teléfono y se puso en contacto con el ilustrador para recordarle aquella locura que en su día le había propuesto y de la que no habían vuelto a hablar. «Ilustrar los poemas de Emily Dickinson es un auténtico reto y era un desafío interesante. A todo el mundo le parece que la poesía al principio es muy difícil, cuando te aproximas a ella es complicado introducirse y, en el caso concreto de Dickinson siempre se han editado antologías que dan bastante miedo, por eso me apetecía ilustrarla, para que fuera algo más agradable y después la gente quisiera seguir sumergiéndose en su universo», confiesa Kike. «No buscaba competir con el texto ni diseccionarlo, no quería quitarle ese placer al lector» De la selección de esta particular inmersión en el «universo Dickinson» se encargó Juan Márquez, quien escogió 27 poemas de la primera etapa de su vida en Amherst, «no tan duros como otros de su época más posterior», advierte el ilustrador. «Su lectura me sugirió el mundo que la rodeaba, me di cuenta de que no debía vivir tan apartada como parece, aunque mentalmente me transportaba a parajes muy desolados y experimentaba una continua evocación de la muerte lejana, pero bella al mismo tiempo». ¿Cómo ilustrar un poema? Así fue como, verso a verso, Kike de la Rubia fue construyendo, primero en su imaginación, las imágenes que le sugerían los poemas de Dickinson: «Son amaneceres, en todos ellos hay un canto a la vida, una idea de resurgir». Desde el principio tuvo claro que los poemas irían por un lado y las imágenes por otro, «no quería competir con el texto ni diseccionarlo, por temor a hacerlo de forma incorrecta». El ilustrador era consciente de la singularidad de la poesía, pues «si consiguiese detectar el significado del poema le quitaría ese placer al lector y lo enfoqué como si las imágenes fueran pequeñas metáforas de las cosas que a ella le podrían haber invitado a escribirlos, las semillas de cada uno». Kike de la Rubia se vio, entonces, paseando por la casa de Emily Dickinson en Amherst, recorriendo los rincones que a ella le inspiraron para escribir versos como estos: «Temo a la persona de pocas palabras. Temo a la persona silenciosa. Al sermoneador, lo puedo aguantar; al charlatán, lo puedo entretener. Pero con quien cavila mientras el resto no deja de parlotear, con esta persona soy cautelosa. Temo que sea una gran persona» Música y versos ¿Y que vio el ilustrador en su poesía? «La idea de la soledad, el amor hacia la naturaleza, la idea que tenía de la muerte como algo no dramático, sino como un paso más...». Y es que, para él, «la poesía es como la música, te dejas llevar, eso es lo más atractivo, poder interpretarla y a esa interpretación darle una forma determinada, lo que te obliga a buscar dentro de ti mismo, a removerte por dentro». Pero no es Emily Dickinson la primera poeta que cae en las creativas manos de Kike de la Rubia. En su día ilustró los versos de Jaime Sabines y Robert Frost es su próximo objetivo. Siempre con sumo cuidado y música de fondo: «El pianista alemán Nils Frahm me ha acompañado en las ilustraciones de "El viento comenzó a mecer la hierba", me encanta la música instrumental, aunque últimamente he escuchado mucho a Friends of Dean Martinez y a Tortoise, dos bandas norteamericanas». Sin absurdas reglas puristas, sin complejos... con talento. Emily Dickinson (Amherst, 1830-1886): Poetisa estadounidense. Pasó gran parte de su vida recluida en una habitación de la casa de su padre en su Amherst natal. Autora de una obra sencilla y profunda que la ha situado en el panteón de poetas fundacionales estadounidenses que hoy comparte con Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman. Excepto cinco de sus poemas (tres de ellos publicados sin su firma y otro sin que la autora lo supiera), su ingente obra permaneció oculta e inédita hasta después de su muerte.

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