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jueves, 25 de diciembre de 2014

Gill Edwards El Triangulo Dramático de Karpman

¿Por qué algunas relaciones son felices y armoniosas, mientras que otras son tensas y portadoras de conflictos? ¿Por qué algunas personas tienen relaciones cálidas, afectuosas y entrañables, y otras, sin embargo, sólo pueden mantener relaciones distantes y superficiales que las hacen sentirse insatisfechas, solitarias y vac ías? ¿Por qué incluso la más dichosa de las relaciones a veces deviene en confusión y caos, o te deja lastimado, furioso o con la sensación de no ser comprendido? ¿Por qué alguna gente saca lo mejor que hay en sí misma, y otra, por el contrario, lo peor?... Las respuestas las encontramos en el triángulo dramático, caracterizado por diferentes estados del yo o subpersonalidades que se corresponden con los tres roles que solemos representar, conocidos como Perseguidor, Salvador y Víctima, expuestos en primer lugar por Stephen Karpman y que Gill Edwards trasciende para ayudar a tener mayor conciencia de uno mismo y el coraje y la honestidad necesarios que nos permitan obtener una relaciones libres, cálidas y afectuosas. Las tres situaciones que se dan dentro de un triángulo dramático entrañan diferentes estados que se corresponden con los tres roles conocidos como Perseguidor, Salvador y Víctima. Dos de estos roles tienen un carácter parental (Perseguidor y Salvador), mientras que el tercero (Víctima) es de naturaleza filial. En un triángulo dramático no hay «adultos». No existe una relación madura que emane de un sentimiento de sinceridad, de valentía, de amor incondicional, de confianza y de respeto mutuo. Todos los implicados se dedican a «participar en juegos» aprendidos en la niñez, aunque lo hagan de una manera inconsciente. Saber entender la naturaleza del triángulo dramático y afrontarlo correctamente consecuentemente es una garantía para resolver situaciones conflictivas y estresantes en las relaciones, y poder encauzarlas de forma madura, sana y sincera.

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