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domingo, 3 de noviembre de 2013

Santiago PETSCHEN el ARTE de DAR clases

Santiago Petschen (El arte de dar clases): “El objetivo del profesor es fabricar cerebros originales”

En ‘El arte de dar clases’, el catedrático Santiago Petschen recoge la experiencia académica de centenares de ilustres, los profesores que más les influyeron, así como las pautas para hacer de la clase una "obra de arte". [Foto: Santiago Petschen]

LOURDES GALLARDO - REDACCIÓN APRENDEMAS - 29/10/2013
Entrevista
La influencia del profesor en la vocación del alumno es algo que ocurre, incluso de forma involuntaria. En el recorrido académico de un estudiante -que se topa con fórmulas, textos literarios, ideas filosóficas y acontecimientos históricos- la voluntad del docente y la motivación que le imprime al alumno es clave en la elección de sus estudios o trayectoria profesional. [Ver cursos de Docencia]

Así lo cuentan centenares de ilustres españoles en sus memorias. Un legado que el catedrático Santiago Petschen ha reunido en El arte de dar clases (ed. Plaza y Valdés), un “breviario de meditación pedagógica”, como él lo define, que además de plasmar anécdotas sobre la vida académica de célebres personajes como Azorín, Federico García Lorca, Alfonso Guerra, Fernando Savater o la Reina Sofía, invita a echar la vista atrás a los métodos que utilizaban los profesores de antaño en las aulas. [Ver cursos de Psicología Educativa]

Plasticidad, tempo, gestos, autoridad o densidad son algunos de los elementos clave que intervienen en El arte de dar clases y de los que da buena cuenta el autor en su recién estrenado libro.

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Ficha técnica

Título: El arte de dar clases
Autor: Santiago Petschen
Editorial: Plaza y Valdés
Páginas: 208
Fecha de lanzamiento: Octubre 2013
Precio: 12 euros
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El arte de dar clases está repleto de curiosos ejemplos de personajes célebres que fueron maestro y pupilo, como Julián Marías discípulo de Ortega y Gasset o Federico García Lorca que se considera “nieto espiritual” de Fernando los Ríos cuando le dio clase en la universidad. ¿Qué otros casos podría destacar de profesores que influyeron en la trayectoria y vocación de los que serían intelectuales de nuestra historia?

Este es el aspecto que más me ha cautivado en la elaboración de mi libro: encontrar casos de profunda identificación del alumno con el profesor. Delibes cayó en la cuenta, sin haberlo notado antes, de que podía desarrollar una fecunda vocación de escritor. Lo hizo de la mano de Joaquín Garrigues su profesor de la Escuela de Comercio: “mi identificación con el maestro –escribe- se hizo total”. Josep Pla recordaba con gran devoción a su profesor Blas, el hermano marista del colegio de Palafrugell: “me enseñó a leer, a escribir, a pensar... me enseñó todo lo que sé. Siento la necesidad de proclamar que le estoy infinitamente agradecido”.

Y Azorín cuenta que recibió en el colegio de Yecla un poderoso influjo del Padre Lasalde que le duró toda su vida. Era un profesor de Infantil que “hacía callar a su lado, sumisos, sobrecogidos dulcemente, aun a los niños más traviesos”.

Alfonso Guerra recibió un gran impacto del profesor de Geografía: “hombre cultísimo, que disfrutaba abriéndonos los ojos a los problemas que encontraríamos en la vida”.

Y la Reina Sofía guarda de forma muy entusiasta en su memoria a Theofanos Arvanatipoulos la profesora de Arqueología y de Historia. “Con ella –escribe – aprender era una fiesta. La quise muchísimo”.

Son muchos los personajes que aparecen citados en el libro desde la perspectiva de su pregunta: Azaña, el cardenal Tarancón, Nuria Espert, Fraga Iribarne, Porcioles, Francisco Ayala, Fernando Savater…

¿La vocación entonces depende también del profesor?

Sin ninguna duda. Ese es uno de los objetivos de este libro al recoger esos datos de los autores de memorias. Hacer caer en la cuenta a los profesores, profesoras y candidatos a ello que pueden ser objeto de una profunda identificación lo que es muy importante para el alumno y origina en el profesor una gran satisfacción. “Todos – afirma Miquel Batllori – dependen de sus profesores y de sus maestros”. Es la mejor paga que un profesor puede recibir.

¿A quién va dirigido el libro? ¿Qué se puede aprender?

El libro va dirigido a quien desee desarrollar su capacidad docente con la ayuda de los grandes maestros encontrados. Es un breviario de meditación pedagógica que ofrece virtudes y defectos. Con respecto a la clase da a entender que tiene mucha importancia, algo así como la cocina de todo el edificio de la enseñanza. Por otra parte, la aportación de los libros de memorias es tan grande y muestra tan variadas facetas que bien puede llegar a ser un libro de cabecera para muchos profesores y estudiantes de educación. Pongamos un caso: el de un opositor que quiere encontrar orientación. Puede leer lo que dicen de la preparación y de la realización de sus oposiciones, Ramón y Cajal (que las suspendió), José Larraz y Pedro Sáinz Rodriguez. Sacará mucho fruto.

Define la clase como “una obra de arte”, ¿qué elementos debe colocar en primer plano el profesor para llevar a buen término su obra? 

Dos son los profesores cuya definición de la clase como obra de arte se recoge en el libro. La primera definición nos la da Carmen García de Diestro formada en el Instituto Escuela y luego cofundadora del colegio Estudio. “La enseñanza para mí es un arte que requiere al mismo tiempo magia y lógica”. La segunda es de Eugenio Trías, catedrático de Filosofía: la clase es una “pequeña pieza retórica y dramática que debe regirse por los mismos principios que guían cualquier intervención ante un público: una obra teatral, por ejemplo”. Los elementos aportados por los autores de memorias son tantos que el lector que medita sobre ellos puede empezar por el que le parezca mejor.

Tanto se habla hoy en día de innovar en las aulas y desarrollar nuevos métodos docentes, y El arte de dar clasesparece transportar al lector a los métodos “de antes”. ¿Qué diferencias aprecia entre el arte clásico de dar clase y el actual? 

Las memorias, como es lógico, nos ofrecen datos del pasado. Tienen un valor inmenso en cuanto ayudan a capacitar a la persona del docente. Dicha capacitación es la misma antes que ahora. A partir de dicha capacitación el profesor puede adaptarse correctamente a los cambios originados por las nuevas tecnologías. Sin dicha capacitación no pueden realizar adecuadamente la adaptación.

Indica en su libro que “la técnica de dar clase ni siquiera se enseña, se deja que se aprenda sobre la marcha”. ¿Cree que los planes de estudio para docentes son adecuados a la realidad del día a día en las aulas?

Depende de lugares y de personas. Es en la universidad donde dar clase se aprende sobre la marcha.

Desde su experiencia como docente en Bachillerato y en la universidad, ¿qué cualidades cree que debe reunir un buen profesor?

Destaco una de ellas entre muchas. Ser un buen comunicador. Y a partir de dicho tronco potenciar todas las ramas del árbol. El libro sugiere al lector, en un determinado momento, la posibilidad de situar en unas coordenadas de sentimiento y lógica a distintas profesiones del mundo de la comunicación: orador, ponente, cantor, profesor, educador, actor, declamador, formador, informador, predicador, lector, presentador.

Afirma en su libro que “la clase da pie a manifestaciones de genialidad”. ¿Cuáles son, a su juicio, las claves de una clase brillante?

La primera es tener un profundo conocimiento de lo que se enseña. Es lo que en el libro aparece como autoridad del conocimiento. En segundo lugar dominar la organización para conseguir la transmisión adecuada. Especial peso en el logro de la brillantez tiene la utilización de la plasticidad. Por último el buen manejo de los elementos corporales.

Otra de las afirmaciones que se pueden leer en El arte de dar clases es que “el talento es una potencia inmensamente abierta al exterior” y habla del atrevimiento del talento. ¿Qué puede hacer el profesor para motivar e impulsar ese talento?

Vivir persuadido de la convicción que tenía Ramón y Cajal. Que el objetivo del profesor es “fabricar cerebros originales” como un primer paso descubrir en el alumno cuál es la especificidad de su talento. Cuanto más conocedor sea de la misma, más será capaz de atreverse consiguiendo así los mejores éxitos científicos y profesionales.

También hace alusión a la utilización de herramientas tecnológicas en clase -como el PowerPoint- y de los resultados negativos si no se utilizan de forma correcta. ¿Qué opinión le merece la introducción de la tecnología en el aula? ¿Se está implantando de forma adecuada y al ritmo que debería?

Todos somos testigos de la mala utilización que se hace a veces del Power Point. Poner en la pantalla todo un artículo de periódico sólo sirve para obstaculizar la comunicación de quien enseña con quien aprende. Otras veces el profesor sigue al aparato cuando es el aparato el que debe estar siempre al servicio del profesor. No es fácil hacerlo bien. El Power Point hace que el profesor tenga que esforzase mucho más en la preparación.

Recientemente el Índice Global Teacher Status de la Fundación Varkey GEMS reflejaba que los españoles confían más en los profesores que en la calidad del sistema educativo. ¿Cómo se puede recuperar esa confianza en el sistema?

Sistema y profesor están muy implicados entre sí. No pueden separarse. El uno debe potenciar al otro. Me ha gustado mucho lo que en Inglaterra se ha hecho con los muy recientemente aparecidos Teachers´Standards que indican de forma muy específica cómo el profesor y la profesora deben actuar ante los alumnos en la clase. Este libro ha pretendido hacer, de una manera totalmente concreta y plástica con recuerdos sobre profesores buenos y malos, lo que establecen las normas de los Teachers´ Standards.

En cuanto a los profesores, ¿cree que existen hoy en día mecanismos adecuados para evaluar su labor y sus resultados?

Las encuestas que se hacen son muy buen método. Tal vez podrían extenderse a los que ya terminaron en el centro. Podría estudiarse la posibilidad como se hace en otros sitios, de que un evaluador entrara en la clase durante la explicación.

Por último, ¿qué recuerdo guarda de los que fueron sus profesores y cuál es la mayor lección aprendida? 

En determinada parte del libro hablo de varios profesores que tuve en Bachillerato. Lo hago muy elogiosamente. Con respecto al conjunto de profesores que he tenido me identifico con la postura de Ramón y Cajal: “todos sembraron algo útil en mi espíritu y a todos ellos estoy cordialmente reconocido”.

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