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viernes, 8 de abril de 2011

Desarrollar Inteligencia Emocional

- 1. Conocimiento de las propias emociones. Es el primer paso fundamental, de tan obvio que resulta a veces no se hace. Pero si no conectamos con lo que sentimos y sabemos darle un “nombre” difícilmente conectaremos con los demás. Sin ese autoconocimiento, sin saber qué te cuentas a ti mismo, no puedes saber que proyectas al exterior.
- 2. Capacidad para controlar las emociones. Si hemos realizado bien el primer paso será mucho más fácil realizar este segundo (aunque a veces hay que entrenarlo). Y es un aspecto esencial cuando trabajamos con otras personas. Todos conocemos a esa persona que pierde los nervios con facilidad o que vuelca su mal humor en otras. Y eso enturbia totalmente el clima laboral. Cada cuál ha de hacerse responsable de sus propias emociones y ser capaz de mostrar lo que siente de un modo que no hiera a las otras personas y que no convierta la convivencia en un infierno.
- 3. Capacidad para motivarse a uno mismo. Pues sí, hay que motivarse a uno mismo. Está muy bien que desde fuera te ayuden a motivarte, te incentiven, etc..Pero la única persona del mundo capaz de mantener la motivación es uno mismo. Si tú no la tienes, nadie podrá tenerla por ti. Así de claro. Por lo que si tu trabajo no te motiva, no te gusta, no te interesa, ni el coach más experto va a lograr que lo haga. También es importante manejar la capacidad de demorar la gratificación, pues es el camino para obtener resultados a medio y largo plazo. Dentro de esta categoría tendremos también la capacidad de entrar “en flujo”, que merece capítulo aparte.
- 4. Reconocimiento de las emociones ajenas. Además de reconocer y controlar (que no reprimir) las propias emociones, necesitamos reconocer las de los demás. Como la ciencia ha demostrado venimos equipados con unas maravillosas neuronas espejo que nos permiten reconocer y sentir las emociones ajenas. Es por eso también que las emociones se “contagian”. Si trabajamos con otros, será necesario que percibamos, en más de un momento, cómo se sienten, que sintamos empatía con ellos. De lo contrario, en algún momento, entraremos en conflicto casi sin saber cómo ni por qué.
- 5. Control de las relaciones. Si realmente logramos manejar todas las competencias anteriores, las relaciones con los demás pueden mejorar mucho. Cuando hablas con otra persona desde “tu centro”, con un control de ti mismo (recuerda, control no es represión!!), conectando con el otro de manera genuina, la relación fluye. Es cierto que para hacerlo así hay que sentirse seguro, hay que tener confianza en la otra persona, incluso hay que estar dispuesto a exponerse. Pero la diferencia es un abismo, ya que es la distancia entre conectar con tapujos y falsedad o hacerlo honestamente y con el corazón. Os podéis imaginar la diferencia en impacto y resultados de esa relación.
Puede que algunos estéis pensando que os faltan algunas de estas competencias de la Inteligencia emocional. La buena noticia es que pueden aprenderse y entrenarse. Vuestros compañeros os lo agradecerán. Y vuestras familias también.

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