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lunes, 11 de junio de 2012

Los Padres como Impulsores y Motivadores

Los padres y los profesores podemos ser y convertirnos en grandes agentes motivadores.
Es clave explicar a los hijos que el rendimiento escolar es una de las claves de la formula de la felicidad.
Sí las personas más mayores sí podemos ser conscientes.
De lo importante
¿No ocurrirá que no están motivados, que no encuentran aliciente para ir a clase, para estudiar las asignaturas, para esforzarse por atender? La motivación es uno de los grandes secretos de la tarea educativa.

Motivar significa implicar. Chicos y chicas tienen resortes ocultos que hay que saber despertar para que muestren toda su energía. Motivar, en definitiva, consiste en hacerles comprender que “querer es poder”. Es infundir un deseo de actuar de un modo determinado: de estudiar, de ayudar a los demás, de saber, de conocer… El éxito reside en lograr despertar esos buenos deseos que hay en toda persona, porque detrás de esos deseos, la puesta en práctica es mucho más fácil.

GUSTO POR ESTUDIAR

La constancia en un trabajo es el mejor indicio para saber si chicos y chicas están motivados: no pierden el tiempo si están realizando un trabajo, son activos y se interesan por lo que hacen, preguntando, dando vueltas a lo que no entienden, esforzándose por saber más, pasan horas enteras concentrados en su trabajo; buscan la perfección en lo que hacen y les fastidia que las cosas no salgan bien…

Porque lo normal para los chicos de esta edad es que les guste estudiar, ir al colegio y sacar buenas notas. Y si no ocurre así existe algún problema por medio: desinterés familiar, problemas de aprendizaje, falta de hábitos de estudio, falta de fuerza de voluntad, etc. ¿Cómo solucionarlos? Sobre todo, no pretendiendo curar el sarampión granito a granito. Resolverles los ejercicios de matemáticas no arregla nada. Hay que ir a las causas. Muy probablemente, exista una falta de motivación por los estudios. Es decir, no encuentran sentido a esforzarse por estudiar, por entender las asignaturas y por aplicarse en clase.

NO ES PREMIAR…

Sin embargo, es equivocado pensar que para motivar a los chicos o chicas hay que prometerles regalos, premios: motivar es mucho más. Alguna vez pueden servirnos de solución, pero el riesgo que corremos de entrar en la espiral de los caprichos y las concesiones es grande. Cualquier intento de comprarles en vez de educarles suele llevar a resultados tan malos como desafortunado y degradante es el sistema.

Multiplicar los regalos lleva a que no se valoren y a sumergir a los chicos en un creciente consumismo. Con la materialización de la motivación surge como efecto la insaciabilidad o la saturación, por la falta de ingenio para disfrutar de la vida sin necesidad de nuevas y costosas aportaciones. Usarlo como continuo cebo para obtener cualquier objetivo lleva a que necesites de ellos a cada paso.

…SINO ELOGIAR

Los chicos y chicas prefieren muchos otros reconocimientos antes que un regalo: encontrar en el momento adecuado una sonrisa, un pequeño elogio, un estímulo inteligente, unas palabras de ánimo, un sincero interesarse por lo que han hecho. Con los regalos no puede sustituirse lo insustituible: el trato humano, la alegría del hijo por la satisfacción de los padres al contemplar su buen hacer, y la satisfacción propia. El premio de la buena obra es haberla realizado.

SABER ESTUDIAR

El estudio diario de los hijos requiere motivación habitual por parte de los padres. Una de las mejores motivaciones para el estudio es saber estudiar. Los estudiantes que saben estudiar entienden lo que estudian, saben captar lo esencial de cada tema y son capaces de expresarlo de forma sintética; convierten el contenido de cada libro en una serie de respuestas para las preguntas que se han formulado previamente.

Este estudio activo, reflexivo, dialogado, está lleno de retos y descubrimientos personales. Es, además, un estudio con rendimiento, con buenos resultados en relación con el tiempo empleado. Todo aquello es estimulante para quien lo realiza.

Enseñar a estudiar a los hijos consiste en enseñarles a leer de modo comprensivo los temas que estudian, de forma que se enteren más de lo que allí se dice. Para ello es útil hacerles preguntas de comprensión de lo leído (y no simplemente de recuerdo de los datos).

VALORAR EL TRABAJO

Los padres que quieren motivar a sus hijos en el trabajo de estudiar valoran más el esfuerzo que los resultados obtenidos, sin condicionar nunca a esos resultados su cariño y apoyo. El fracaso en sus estudios no debe ser nunca motivo de irritación en los padres, sino estímulo para mejorar la ayuda que estamos dando. Es más eficiente alabar el esfuerzo de los hijos en los estudios que reprender sus faltas.

Hay que exigir de forma realista y comprensiva, de acuerdo con la capacidad de cada hijo y sin hacer comparaciones entre los hermanos. Las notas no tienen valor objetivo respecto a la educación de los hijos, si no se las valora en función del trabajo y esfuerzos personales. Para algún chico listo, unas buenas notas no quieren decir que se haya esforzado y quizá este chico necesite más exigencia antes de que se convierta en un vago.

PADRES MOTIVADORES

Uno de los factores que más estimulan a los hijos es la preocupación habitual de sus padres por este tema, siempre que no sea excesiva y se convierta en una obsesión por las calificaciones. Cuando ha hecho esfuerzos y progresos debe saber que le hemos visto y que estamos contentos de él. Es motivador para los hijos que sus padres hablen periódicamente con los profesores y tutores con el fin de intercambiar información sobre lo observado en casa y en el colegio.

A veces, los padres caemos en las prohibiciones como método para exigir, pero resulta mucho más educativo sustituirlas por motivaciones más positivas: en vez de negarle jugar al fútbol tras una mala nota, por ejemplo, es mejor acordar con él un resultado concreto en el estudio; en vez de privarle de algo, sin más, hacerle ver que debe ser generoso y compartirlo con su hermano; en vez de corregir lo negativo, esforzarse por adquirir una buena cualidad…

Interesa sobre todo dejar a los chicos en amplio margen a su iniciativa personal. Debe tenderse lo más posible a que actúen por su cuenta: que ellos se organicen, que ellos decidan qué estudiar primero, que den prioridad a unas cosas sobre otras, etc. Los educadores que dejan huella – y huella de la que se recuerda toda la vida – son aquellos que saben hacer que los alumnos estén en condiciones de tomar decisiones y elegir caminos cuanto antes.

PARA PENSAR…

- Sentirse a gusto, ir contento al colegio, es el primer nivel de motivación sobre el que hay que edificar.

- Hemos de fomentar en nuestro hijo una gran confianza en su capacidad para aprender y en sus habilidades escolares, porque nadie emprende ninguna actividad si no tiene una mínima confianza de éxito en lo que va a hacer.

- Nuestro hijo se motiva con el éxito: por tanto hay que buscarlo y tiene que llegar a lograrlo en el nivel que él sea capaz, aunque haya que comenzar desde muy abajo, con expectativas accesibles y formativas para que, personal y activamente, se implique en su propio aprendizaje.

- Un ambiente seguro y un clima afectivo positivo son unos de los mejores medios para lograr una adecuada motivación. Estará más motivado a estudiar y a poner más esfuerzo si piensa que va a sentirse mejor por haber actuado así, porque sus padres van a reconocérselo.

- El escolar ha de encontrar satisfacción en lo que acomete, por lo que hemos de potenciar que disfrute con sus tareas, en vez de buscar, únicamente, objetivos más utilitaristas o pragmáticos (estudiar para sacar notas). Hemos de incentivar el gusto por la obra bien hecha, y hecha a gusto, ya que eso le motiva.

- Deben evitarse las ayudas innecesarias, dejando que los hijos se equivoquen a veces en temas no graves para que comprueben que de una decisión en el estudio surge una consecuencia y una responsabilidad.

- Hay que animar a los chicos y chicas a que sigan sus personales elecciones, teniendo en cuenta el tipo de tarea, su edad, estado… Hemos de buscar situaciones en las que se comprometan y se fijen metas.

… Y ACTUAR

Las mayores fuerzas motivadas las encontraremos en las propias necesidades y en los propios intereses de nuestro hijo. Por eso, relacionar sus tareas (directa o indirectamente) con sus objetivos personales será muy eficaz, por ejemplo, si utilizamos cómics en inglés, o películas adecuadas en versión original, como motivación e instrumento de aprendizaje a la vez.

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