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domingo, 30 de marzo de 2014

El papel del profesor en las aulas está cambiando. La idea de un maestro que llega a clase y se limita a impartir a sus alumnos la lección prefijada en un libro está llamada a desaparecer

El papel del profesor en las aulas está cambiando. La idea de un maestro que llega a clase y se limita a impartir a sus alumnos la lección prefijada en un libro está llamada a desaparecer. El camino marcado por la OCDE y la reforma educativa en España apuntan a un nuevo modelo en el que el docente cobra un mayor protagonismo a la hora de determinar qué se enseña y cómo se enseña. De hecho, a pesar de que otros aspectos como las «reválidas», el tratamiento de las lenguas cooficiales o hasta la Religión hayan acaparado buena parte del debate durante la tramitación de la Lomce, la transformación del rol que debe asumir el profesor es tal vez la piedra angular de la que dependerá el éxito o el fracaso de la reforma educativa. Sobre los docentes descansa la mayor responsabilidad a la hora de mejorar el discreto resultado de nuestro país en las pruebas internacionales PISA.
Los cambios que impulsa el Ministerio de Educación buscan «laparticipación activa del profesor, para que deje de ser alguien que se limita a enseñar los libros de texto y pase a ser un elemento fundamental de interacción con el alumno y las nuevas tecnologías», recalcó hace unos días la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio. Tras las medidas legales, «ahora le toca al profesorado liderar los cambios», aseguraba.

Qué hacer para mejorar

En la misma línea, el director del programa PISA, Andreas Schleicher, decía recientemente a ABC que «ni el mejor de los ministros de educación puede resolver los problemas de los millones de alumnos y los miles de profesores» y que el éxito de la reforma en España dependerá en buena medida de la autonomía de los profesores y de cómo estos la apliquen en sus aulas. En este sentido, ponía el ejemplo de otros países con mejores resultados educativos que España, como Singapur, en los que el maestro no espera a que le digan qué tiene qué hacer, sino que piensa en «qué puede hacer él para mejorar» el rendimiento de los estudiantes.
Pero no hace falta buscar fuera de nuestras fronteras para encontrarejemplos de centros y docentes que, antes de que se implante la reforma educativa, están demostrado ya que es posible desmarcarse de los rígidos temarios de los libros de texto y apostar por la capacidad de iniciativa y el liderazgo del profesor en el aula.
El colegio público Padre Coloma, situado en el distrito madrileño deSan Blas, es un buen ejemplo. En este centro, en el que el 80% de los alumnos son hijos de inmigrantes, se ha decidido renunciar casi en su totalidad a los libros de texto y dejar que sea el profesor el que configure los contenidos, de manera que son los alumnos los que van creando a lo largo del año sus propios libros escritos a mano en cuadernos.
Aunque con un enfoque distinto, también el aula digital de los colegios de la institución SEK busca alejarse del tradicional modo de enseñar contenidos. Su apuesta es que sea el propio alumno el que obtenga las preguntas que le plantea el profesor.
Otro modelo de innovación pedagógica es el impulsado por la joven profesora Ana de Artiñano, que ha desarrollado el programa «Phonics» para enseñar a pronunciar correctamente el inglés a los alumnos de Infantil y que ha sido adoptado por los colegios de Fomento.

Matemáticas divertidas

Asimismo, la labor del profesor Ángel González Fernández, del colegio Nuestra Señora del Pilar de Madrid, es una demostración de lo que se puede hacer con iniciativa. Sus vídeos de dibujos animados para enseñar matemáticas causan furor entre sus estudiantes.
Su directora, Carmen Pascual, explica que, con este sistema, se busca mejorar «la comprensión lectora, una correcta expresión oral y una expresión escrita adecuada». «Los libros lo dan casi todo hecho, de manera que no favorecen el esfuerzo ni por parte de los profesores ni de los alumnos; se centran en conocimientos que en muchas ocasiones son complementarios», explica.
A su juicio, los profesores «no sólo tienen que enseñar unos contenidos para cumplir con el currículo que la Ley obliga, sino hacer ver a los alumnos la importancia del conocimiento para manejarse en la época complicada pero apasionante que les ha tocado vivir».

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