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jueves, 11 de abril de 2013

Apoyando la Escuela de Nuestros Hijos


¿Cómo apoyan los padres a la escuela?
Una de las claves de los padres es apoyar la escuela a la que van nuestros hijos.
Cómo evaluar la escuela de su hijo
Durante los últimos años, las escuelas han sido atacadas por todos lados. La
educación pública parecía cargar con la culpa de todos los males de la
sociedad.
Como resultado de este clamor las escuelas públicas han cambiado (en
ocasiones a pesar de la "ayuda" de los críticos). Han mejorado en muchos
aspectos importantes. Pero la mayoría de las mejoras han sido en "equipo"
(edificios, equipo propiamente dicho, máquinas de enseñanza, laboratorios), y
en "técnica" (libros, biblioteca, películas, cintas grabadas, diseño del
currículum). Lo que menos ha cambiado es lo más importante: las relaciones
humanas de la escuela, la forma en que la gente se trata entre sí. A muchos
alumnos se les sigue tratando con una falta de respeto que no tiene igual en
ninguna otra institución de la sociedad. Los últimos adelantos de la
construcción, alfombras, aire acondicionado y otro equipo nuevo, y los
currículum "relevantes" más modernos tienen muy poco valor si el "poder"
sigue siendo el sistema empleado para resolver conflictos, y si los alumnos
siguen siendo el blanco de una liturgia diaria de mensajes tú destructores.
Sugerimos que cuando juzgue usted la escuela de su hijo no vea solamente
sus beneficios materiales, sino también las actitudes de sus adultos hacia la
gente joven que atienden. He aquí algunas de las preguntas que usted puede
contestar gracias a su observación y a las discusiones que sostenga con
maestros y directores:
1. ¿Participan los alumnos en el establecimiento de reglas y políticas que
regirán en el salón de clases? ¿En la escuela?
2. ¿Tratan los adultos en forma ruda a los alumnos, o les dan palmaditas en la
espalda?
3. ¿Sostienen los maestros discusiones centradas en los alumnos en su salón
de clase?
4. ¿Planean los alumnos con sus maestros lo que van a aprender, a qué ritmo
lo aprenderán y cómo se evaluará lo aprendido?
5. ¿Se autodirigen los alumnos, o los maestros parecen "arriar ganado"
constantemente, dirigiendo, ordenando y mandando?
6. ¿Son los alumnos indisciplinados, irrespetuosos y desconsiderados como
resultado de una indulgencia excesiva de parte de los maestros?
7. ¿Es cosa común ver miembros del profesorado y a alumnos celebrando
"sesiones de charla" informales?
8. ¿Tratan los maestros de resolver sus conflictos con los alumnos mismos, o
envían a los alumnos a "la oficina" para que hablen con un consejero o con
el director?
9. ¿Aconsejan realmente los consejeros (si los hay), o son más bien
encargados de la disciplina y de los programas?
10. El ambiente en general, ¿es tranquilo e informal, o tenso y rígido? 11. ¿Confrontan los maestros a los alumnos con mensajes yo, o recurren
principalmente a amenazas, humillaciones u otros mensajes tú de ese tipo?
 […]
12. ¿Dan los maestros oportunidades a los alumnos para que dispongan de
tiempo personal, lejos del griterío o de un grupo grande?
13. ¿Programan los maestros el horario óptimo del tiempo (uno a uno) con los
alumnos?
14. Cuando usted visita la escuela, ¿puede ver indicios de que la gente se
preocupa por la gente? ¿le hablan los alumnos, le dan la bienvenida? ¿lo
reconocen los adultos?
15. En situaciones informales (no estructuradas) ¿parecen los alumnos capaces
de organizarse ellos mismos y tratarse entre sí con consideración, o se
muestran ferozmente competitivos o discutidores?
Las respuestas a estas y a muchas otras preguntas que podría usted hacerse
sobre la escuela de su hijo al leer este libro serán la clave de la calidad de las
relaciones humanas en esa escuela. Creemos que para que las escuelas puedan
educar bien, primero deben estar firmemente comprometidas a entablar
relaciones de calidad entre todo el personal de la escuela.
Los padres pueden tener mayor influencia de lo que en ocasiones creen pa

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