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lunes, 11 de julio de 2011

No Existen Los Principes Azules

'Culpo a Disney de mis altas expectativas en cuanto a hombres' se llamaba un grupo de Facebook que hizo suerte hace algunos meses. Sonrisita cómplice: ya se sabe, los cuentos de princesas pueden hacer mucho daño y esas cosas que se dicen de charla en la terraza de un bar.

Otra cosa es que llegue una psicóloga y convierta esa sensación en un asunto más o menos científico. La doctora Susan Quilliam ha publicado un artículo en el Journal of Family Planning and Reproductive Health Care que reprocha a la editorial Mills & Boon (el gran sello romántico en lengua inglesa) los desastres emocionales de sus pacientes.

'La tomó entre sus brazos y abrochó los labios a su boca... El extraño efecto de las novelas románticas en nuestro trabajo', es el título del artículo de Quilliam que, en resumen, culpa al género de inducir a embarazos no deseados, prácticas sexuales peligrosas para la salud, inmadurez afectiva, expectativas irreales y rupturas de pareja.

Eso, además de machismo: "[En estas novelas vemos] a las heroínas siendo rescatadas del peligro por el héroe, para, entonces, abandonarse a una vida de orgasmos inducidos por él, embarazos absolutamente despreocupados y devoción matrimonial". Además, el artículo explica que la literatura romántica crea adicción y que condena a sus lectoras a ir de pareja en pareja en busca de un ideal que no existe.

La gracia del asunto es que el gremio de los escritores rosa han contestado. Un artículo en el diario Daily Telegraph, firmado por Louise Mensch (autora de 14 novelas), explica que tampoco es para tanto. En él, Mensch explica que hay novelas rosasy novelas rosas, que algunas son buena literatura (desde Jane Austen hasta las historias de Bridget Jones) y que el genero de la literatura de escape no hace daño, sólo lo alivia

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