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domingo, 8 de julio de 2012

La Fortaleza Mental


"Nado con mi fuerza mental"

07/07/2012 - 00:00
Canal de Catalina
Canal de Catalina Compite consigo mismo, sumando anatomía poderosa y determinación a prueba de bomba. Hiende las aguas del mar como un cetáceo, con brazadas acompasadas cuyo rítmico chapoteo le sume en un trance sin tiempo ni espacio en el que hay sólo la siguiente brazada, la siguiente brazada, la siguiente brazada... Así nadará la noche del 9 al 10 de julio en el canal de Catalina, sin neopreno, con el propósito de convertirse en uno de los 49 nadadores del planeta con la Triple Corona (Endesa, la empresa donde trabaja; el GEiEG, su club de siempre, y su querida Costa Brava habrán contribuido a conseguirlo). Podremos seguir su travesía por RaceTracker (Miquelsunyer.com).
Cómo aprendió a nadar?
Un profesor de natación, en la piscina de la urbanización, me empujó a lo hondo.

¡Como yo!
Tenía cuatro años. Era el peque de un amplio grupo de hermanos, primos, amigos... Siempre me ahogaban. ¡De ahí mi pasión por nadar! Nadé mucho para que no me pillaran los grandullones.

Y hoy nada como un delfín.
Me apasiona esta natación purista: a mar abierto y sin neopreno. Slip, gafas y gorro.

¿Por qué sin neopreno?
¡Es el modo genuino de nadar! Así cruzó a nado el canal de la Mancha el capitán Matthew Webb, en 1875. Una proeza histórica.

¿Por qué?
Fue el primero en hacerlo, cuando los médicos sentenciaban que era imposible que un cuerpo humano resistiese. ¡Y lo consiguió!

¿A pelo?
Sí. Nadó casi 22 horas sin tocar una sola vez la barca que le custodiaba. Comió sólo levadura de cerveza, caldo de carne... y brandy.

¿Qué contó Webb de su hazaña?
Que no existía sensación humana comparable a la de hacer pie en Francia tras haberse zambullido en Inglaterra.

¿Puede usted certificarlo?
He cruzado a nado el canal de la Mancha..., pero no recuerdo bien el momento en que toqué la costa francesa.

¿Por qué?
Por cambios de corrientes, tracé una S de 55 kilómetros: doce horas seguidas nadando, ¡y en la última hora perdí la conciencia! Pero seguí hasta topar con una roca costera.

Lo logró, pues.
Estoy entre los únicos diez españoles que han cruzado a nado el canal de la Mancha, llamado el Everest de los nadadores.

¿Qué recuerda de su gesta?
Ya en el barco, telefoneé a mi padre, gravemente enfermo... Nadé por él, ¡vencí por él!: sentí que si llegaba al final..., él se salvaría.

¿Y se salvó?
Yo crucé el canal y él superó la enfermedad. Un mes después falleció. Un golpe duro...

Pero nadar por él le motivo...
Nadé con mi padre enfermo, un tobillo lesionado, una crisis laboral... ¡Contra todo eso!

¿Cuál es el truco para no desfallecer?
Nado con mi fuerza mental: el 80% depende de lo psíquico y un 20% de lo físico.

¿Y cómo se prepara psicológicamente?
Practico yoga, visualización, aislamientos...

¿A qué nadador admira más?
A la catalana Montserrat Tresseras, primera española en cruzar a nado el canal de la Mancha, y primera mujer en el mundo en hacerlo en ambos sentidos. Un día le pregunté qué hacer para no tener rampas en los gemelos: "¡Entrenarte más!", me dijo.

¿Qué otras travesías a mar abierto ha hecho?
La del estrecho de Gibraltar (14 kilómetros), la del canal de Menorca, entre Menorca y Mallorca (40 kilómetros), la de rodear la isla de Manhattan (55 kilómetros)...

¿Y cuál es la próxima?
Cruzar el canal de Catalina (33 kilómetros) en Baja California, para así completar, con el canal de la Mancha y la isla de Manhattan, la Triple Corona: ¡sólo 49 nadadores en el mundo lo han logrado!

Así que ¡a California toca!
Nadaré en aguas del Pacífico y de noche. Es inquietante nadar de noche a mar abierto...

Descríbalo.
No ves nada, no sabes con qué puedes toparte, pierdes referencias, te mareas... Arriba, las estrellas refulgen como nunca... He visto caer estrellas fugaces mientras nadaba... Y, abajo, las profundidades...

Con sus bichos...
Esquivo medusas... Lo mejor fueron unos delfines que nadaron a mi lado entre Tenerife y La Gomera.

Qué lujo, ¿no?
Ralentizaron su velocidad para nadar a mi compás, escoltándome. Y pasándome por debajo. ¡Fue fabuloso!

¿Teme usted a algo?
Sí: a flaquear, a desfallecer y a abandonar.

¿Y cómo combate eso?
Busco dentro de mí... y me reconecto con la esencia, con aquella pasión por nadar de cuando era niño... ¡y entonces remonto!

¿Cuál es su peor enemigo externo?
La baja temperatura del agua oceánica, a veces a 15ºC... Por eso entreno el músculo, pero también sigo una dieta hipercalórica que me aporte una capa de grasa: ¡esa capa es mi neopreno natural, mi protector!

¿Cómo se prepara físicamente?
Aparte de mis entrenamientos diarios en piscina, nado en el mar de la Costa Brava todo el año, llueva, nieve o hiele. De hecho, si hace mucho frío, ¡tanto mejor!

¿Masoquismo?
Cuanto más duramente me entrene contra el frío, ¡mejor preparado estaré para las travesías en el mar! Por eso me ducho cada mañana con agua fría. Y por eso jamás conecto la calefacción en casa en invierno.

¿Aunque haga mucho frío?
Durante la ola de frío de este invierno, confieso que me rendí un día y conecté la calefacción. ¡Pero sólo un día, ¿eh?!

¿Qué sensación manda en mar abierto?
La de estar vivo y libre. Y la de miedo, peligro: el mar es tornadizo, imprevisible en vientos y oleajes, temible... Mi equipo, Lluís y Bernat, me infunde seguridad. Pero antes de zambullirme siempre hablo con el mar: le ruego que me ayude. Te parecerá extraño, pero es un diálogo muy, muy profundo...

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