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miércoles, 17 de agosto de 2011

Fernado Corominas: Un Proyecto Educativo para cada Hijo

EDUCAR PARA LA SOCIEDAD DE HOY
Aprendizaje en valores y conductas en familia
D. Fernando Corominas
Presidente del Instituto Europeo de Estudios de la Educación
Bilbao, 6 de Mayo de 2002


Les quiero hablar de un asunto muy importante, que es educar para la sociedad de hoy, tal es el título de esta conferencia. Y yo comenzaría señalando que educar hoy es diferente, por lo que voy a referirme entonces para qué y para quién tenemos que educar y por qué es diferente. Para empezar, estamos viviendo un cambio social muy fuerte; de una sociedad industrial hemos pasado a una sociedad de servicios, y si en aquélla lo importante es producir (petróleo, energía, lo que sea) en ésta lo importante es servir, así que lo valorado es la persona en sí misma, la persona que ofrece ese servicio determinado. O sea, que educar en valores a una persona para que sea íntegra hoy día es más relevante que nunca, en definitiva, porque le vamos a hacer partícipe de una sociedad de la que además va a ser la protagonista. De hecho, en los procesos de selección de las multinacionales, por ejemplo, es tan importante que el futuro trabajador sepa mucho de lo que necesitan como que, a igualdad de conocimientos con otro, sea el más leal, quien ayuda al resto, colaborador, constante, etc.; es decir, que posea unos valores humanos positivos.

Claro que, como acabo de anunciar, actualmente la educación es diferente a la de hace algún tiempo. Alguien podría achacarme que ya sabe educar puesto que en su momento le educaron perfectamente, y no lo dudo, pero lo cierto es que no resulta posible educar igual que antaño, cosa que hace 20, 30 ó 40 años no se podía decir y hoy día sí. Y si nos fijamos en algunas de las pautas que marcan esas diferencias educacionales deberíamos comenzar por la propia familia, institución claramente distinta con respecto a la de hace algunos años. Por lo pronto, nos encontramos con que trabaja él pero también ella, y esto es de lo más normal, aunque ha producido el lógico cambio de papeles en la pareja. Entonces, mientras el marido se ha debido integrar en la educación de los hijos, hecho que durante muchos años ha pasado totalmente desapercibido para él, la mujer se ha convertido en una trabajadora más, igual de implicada en sus asuntos que el cónyuge. Y tras la familia están los medios de comunicación, francamente excepcionales, por lo general -no así lo son siempre sus contenidos-, y que han invadido nuestra sociedad hasta el punto de tenerlos metidos en casa, por lo que su control es extremadamente difícil sobre todo cuando no nos dicen todas las cosas buenas que nos gustaría oír. Así que aquí tenemos otro elemento que debemos saber tratar.

Yo diría que el cambio social es tan importante que, de hecho, lo que se veía por la calle hace 20 años no es igual a lo que se ve ahora, y de esto dan fe la cantidad de familias que se rompen en la actualidad y los difíciles adolescentes con los que tratamos hoy día. No obstante, todo esto surge provocado por otro cambio más fuerte, por un verdadero cambio, el educativo, sobre el que poseemos conocimientos muy buenos y valiosos gracias a las ciencias de la educación, que nos han permitido realizar significativos avances pedagógicos que todo padre debe tener en cuenta. Pero lo verdaderamente importante del asunto es ver en qué consiste dicho cambio. Fíjense en que les estoy hablando de un giro educativo fortísimo, del que un pedagogo o un maestro de hace 20 años ni siquiera había oído hablar porque el mundo lo desconocía -es reciente, por tanto-; pues bien, precisamente sobre las cuestiones relativas a éste es sobre lo que quiero tratar por lo menos para aclarar la cantidad de cosas que pueden hacer hoy por sus hijos, para concienciarles de que deben estar preparados como padres para asumir este cambio. No son los abuelos los que tienen que educar a los nietos, sino que de ellos depende el que sus propios hijos se den cuenta de que las cosas han cambiado.

Mas ¿en qué consiste dicho cambio? Desde hace unos años, a través de investigaciones hechas en el cerebro, sabemos cómo funciona, cómo se conectan las neuronas y concretamente cómo aprendemos, cómo se potencia la memoria, cómo funcionan los elementos neuronales para pensar, razonar e imaginar, cómo se adquieren los hábitos y cómo se consiguen conductas positivas. Así, ahora somos conscientes de que un poquito antes de nacer y hasta aproximadamente los 18 años pasamos por unos periodos llamados periodos sensitivos en los que unos aprendizajes son mucho más sencillos que otros, como si el cerebro estuviera dispuesto a aprender tan sólo unas cosas determinadas, y van acompañados de una serie de instintos genéticos que debemos desarrollar. Esto quiere decir que no salen solos, o al menos no siempre; entonces, cuando el padre y la madre saben cuáles son los periodos sensitivos de su hijo y cómo pueden exteriorizarse esos instintos, poseen unas condiciones excepcionales para ayudarle a desarrollarse como persona. Pero veámoslo con los siguientes ejemplos. Un niño nace y lo primero que hace es mamar sin que nadie le haya enseñado a hacerlo, luego ése será su primer periodo sensitivo. Después, cerca del año de vida, comienza a dar pasitos también sin que se le haya inculcado, sin clases particulares, por instinto, ¡y miren que es difícil! (los robots, mismamente, arrastran los pies para caminar; sin embargo, un niño de 12 ó 13 meses es un genio andando), luego ahí tenemos otro de esos periodos.

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