Las Habilidades Emocionales.
A través de la evolución de los conceptos expuestos en los
epígrafes anteriores se han presentado una gama de propuestas y perspectivas de
definiciones que incluyen los contextos ambientales, situacionales, culturales
y personales. La inteligencia emocional es una de ellas y se ha configurado
como resultado del desarrollo, evolución y combinación de la emoción y la
inteligencia.
De acuerdo con el criterio de (Pavón 2009) "
son muchos los
factores que propiciaron la eclosión de este término: aportaciones de la
psicología humanista, los movimientos de renovación pedagógica que proponían unaeducación integral
donde la afectividad tenía un gran papel, ciertas terapias cognitivas,
investigaciones sobre la emoción y los recientes descubrimientos de la neurociencia que han permitido conocer el funcionamiento
cerebral de las emociones".
El término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez en
1990 por los psicólogos Peter Salovey de la Universidad de
Harvard y John Mayer de la Universidad de New Hampshire. Se empleó para
descubrir las cualidades emocionales que parecían tener importancia para el
éxito. Estas podían incluir: la empatía; expresión y comprensión de los
sentimientos; control del
mal genio (la ira); independencia; capacidad de adaptación; la simpatía; capacidad
de resolver los problemas en forma interpersonal; persistencia;
cordialidad; amabilidad y el respeto.
Daniel (Goleman,1995), en la publicación del libro ¨ Emotional Intelligence ¨, popularizó el término,
cambia la concepción sobre "ser inteligente" al comprobar que el
éxito en la vida depende en mayor medida del coeficiente emocional que del
coeficiente intelectual que se posee, por lo que recomienda trabajar en cinco
áreas: la conciencia de
uno(a) mismo(a), el manejo o control de sus emociones, la auto motivación para alcanzar las metas que se ha propuesto, la
empatía y la habilidad social o la capacidad de comunicarse y de relacionarse
con los demás.
El término ha provocado una explosión de interés que va desde la
crianza de los hijos hasta el ámbito empresarial. Las grandes empresas comprendieron
por fin que la dimensión emocional del ser humano no hay que entenderla
únicamente, como uno de los soportes que sustenta las distintas actividades,
sino más bien como un recurso ó un activo que hay que gestionar.
Los autores consideran que estudiar y analizar el perfil emocional
de la organización proporciona una información muy valiosa
sobre la capacidad de desarrollo y evolución de la inteligencia emocional.
Las teorías psicológicas han generado una gama amplia de
supuestos sobre la inteligencia emocional, las cuales abarcan desde las
biológico-neurológicas hasta las cognitivas. La perspectiva biológica o
neurológica se centra en el estudio de los umbrales de sensibilidad y control
de los estímulos emocionales; mientras que la perspectiva psicológica cognitiva
busca entender el significado de los eventos emocionales.
La historia del concepto de la inteligencia emocional se puede
remontar a unas décadas atrás, hasta encontrar su inicio en uno de los miembros
de la escuela psicoanalítica Otto Rank, el cual se
distanció de las enseñanzas teóricas de su maestro, Sigmund
Freud, y dijo en 1938 en una conferencia en
la Universidad de Minnesota:
"He aprendido de mi propia experiencia que el proceso
terapéutico es, básicamente, una experiencia emocional, que tiene lugar con
independencia de los conceptos teóricos del analista. (...) He aquí la
definición de la relación personal, expresada en términos sencillos: una
persona ayuda a la otra a desarrollarse y a crecer, sin manipular demasiado la personalidad del otro individuo".
Casi medio siglo después (Mehrabian, 1981) definiría la
inteligencia emocional como: "la habilidad para percibir adecuadamente las
emociones personales y las de otros; ejercer dominio sobre
las emociones propias y responder de manera apropiada; entrar en relaciones en
las que la expresión honesta de las emociones está balanceada con la cortesía,
la consideración y el respeto; seleccionar trabajos que son emocionalmente
compensatorios, eliminando el bajo logro y la inseguridad personal; balancear el trabajo, el hogar y la vida recreacional".
(Daniel Goleman, 1995) conceptualiza el término como la capacidad
de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de
manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones.
(Bar – On, 1997) se refiere a ella como un conjunto de habilidades
personales, emocionales y sociales y de destrezas que influyen en la habilidad
del ser humano para adaptarse y enfrentar las demandas y presiones del medio.
El mérito de estos autores como señala (Martín, et al., 2000),
está en haber identificado cinco capacidades parciales diferentes como
elementos integrantes de la competencia emocional: reconocer las propias
emociones, saber manejar las propias emociones, utilizar el potencial
existente, saber ponerse en el lugar de los demás, crear relaciones sociales.
(Balart, 2002) se refiere al tema como la capacidad de comprender
las emociones y conducirlas, de tal manera que se puedan utilizar para guiar la
conducta y los procesos del pensamiento, para producir mejores resultados.
(Useche, 2007) La inteligencia emocional es la capacidad de
interactuar con el mundo de una forma receptiva y adecuada.
(Pavón, 2009) "
inteligencia emocional es la capacidad que
posee una persona para reconocer, sentir, controlar y modificar las emociones,
tanto en el ámbito personal como en el social, en consonancia con el
entorno".
A pesar de presentar ideas semejantes, cada autor presenta en su
teoría alguna singularidad que convierte su criterio en necesario, coinciden en
las aptitudes para reconocer y regular las emociones propias y de los demás y
el gran papel que juegan las emociones en el correcto desenvolvimiento de la
vida en general y más aún en su éxito.
Teniendo en cuenta las definiciones anteriores y tomando como
referencia el criterio de (Goleman, 1995) la definición que sustenta esta investigación a
opinión de la autora es: ¨ la inteligencia emocional es la capacidad que le
permite al hombre reconocer y manejar de forma consciente las
emociones positivas y negativas en él y en el resto de las personas, lo que le
proporciona alcanzar excelentes resultados en el ámbito social y personal ¨.
La Inteligencia Emocional (IE) es un concepto psicológico que
pretende describir el papel y la importancia de las emociones en la funcionalidad
intelectual. Los desafíos que enfrentan las empresas en la época actual
requieren que las personas se encuentren altamente capacitadas, no sólo en su
área de competencia (tecnología, ventas, servicios), sino también y muy especialmente en el manejo
inteligente de las emociones.
Principios e importancia de la inteligencia
emocional
El desarrollo de la IE según (Goleman, 1998) se atiene a los cinco
principios siguientes:
·
1. Percepción:
cualquier cosa que incorporemos por cualquiera de nuestros sentidos.
·
2. Retención:
corresponde a la memoria,
que incluye la retentiva (o capacidad de almacenar información) y el recuerdo,
la capacidad de acceder a esa información almacenada.
·
3. Análisis:
función que incluye el reconocimiento de pautas y el procesamiento de la
información.
·
5. Control:
función requerida a la totalidad de las funciones mentales y físicas.
Estos cinco principios se refuerzan entre sí. Tras haber recibido
la información de manera eficiente, es más fácil retenerla y analizarla. A la
inversa, una retención y un análisis eficientes incrementan significativamente
la capacidad de recibir información.
De modo similar, el análisis que abarca una disposición compleja
de las tareas de apropiación de la información, exige una capacidad para
retener (recordar y asociar) aquello que se ha recibido. Es obvio que la calidad del
análisis se ve afectada por la capacidad para recibir y retener la información.
Estas tres funciones convergen en la cuarta, es decir, la emisión
o expresión ya sea mediante el mapa mental, el discurso, el gesto u otros recursos,
de aquella que se ha recibido, retenido y analizado.
La quinta categoría la del control, se refiere a la actividad
general del cerebro por
la cual este se constituye en " observador y regulador" de todas las
funciones mentales y físicas, incluyendo la salud general, actitud y las
condiciones ambientales. Esta categoría es de particular importancia porque una
mente y un cuerpo sanos son esenciales para que los otros cuatro funcionen –
recibir, retener, analizar y emitir - puedan operar en la plenitud de su
potencial.
La IE es una destreza que permite conocer y manejar los propios
sentimientos, interpretar o hacer frente en los sentimientos de los demás,
lograr satisfacción y ser eficaces en la vida, a la vez que crea hábitos
mentales que favorecen el desempeño y el éxito. Es por ello que el estudio de los
sentimientos y las emociones, desde hace más de una década, gana cada día
numerosos seguidores, no solo de la intelectualidad, sino también en el mundo
de los negocios, ya que bajo el modelo de la IE se pretende integrar
todo un conjunto de habilidades de procedencia psíquica que influyen en la
conducta y en la calidad del desempeño tanto intelectual como laboral.
Cuando se desarrolla la inteligencia emocional se puede observar
un mejoramiento en la comunicación de todos. El trabajador se siente más
realizado, feliz, pleno y con mayor calidad de vida; aumenta la motivación,
las relaciones personales mejoran, las personas se implican más en su trabajo y
son más responsables y autónomas; se mejora el clima laboral;
el poder carismático y el liderazgo se ven reforzados; aumenta la eficacia yeficiencia de
las personas y de los equipos, los procesos de cambio y de mejora continua se agilizan.
Las personas emocionalmente inteligentes poseen suficiente grado
de autoestima: son positivas., saben dar y recibir, reconocen los propios
sentimientos y los controlan, superan las dificultades y las frustraciones y
encuentran equilibrio entre exigencia y tolerancia.
Aprovechar la inteligencia emocional no implica estar siempre
contento o evitar las perturbaciones, sino mantener el equilibrio: saber
atravesar los malos momentos que depara la vida, aceptar los propios
sentimientos y salir airoso de esas situaciones sin dañarse ni dañar a los
demás.
La difusión de un "alfabetismo emocional", pocas veces
valorado en su justa medida, haría del mundo (y por ende de las organizaciones)
un lugar más agradable, menos agresivo y más estimulante. No se trata de borrar
las pasiones, sino de administrarlas con inteligencia.
Competencias emocionales. Sus capacidades
Las competencias son "comportamientos que algunas personas
dominan mejor que otras, y que los hace más eficaces en una determinada
situación".
Una persona presenta un perfil de competencias emocionales adecuadas
cuando demuestra cualidades requeridas para llevar a cabo determinadas misiones
o tareas de índole intra e interpersonal (conoce sus fortalezas y debilidades,
administra adecuadamente su energía, impulsos, tendencias y predisposiciones
conductuales, maneja mejor los conflictos de su equipo de trabajo; en fin, son conductas
apropiadas agregadas al espectro emocional personal).
En términos generales las competencias emocionales se definen como
las competencias que permiten el reconocimiento y manejo de los sentimientos y
las emociones, tanto propias como ajenas, para lograr relaciones mutuamente
satisfactorias entre el hombre y su medio laboral y social.
La autora considera que competencia emocional es la habilidad o
aptitud, que posee un individuo para manejar las emociones, sacando el mejor
provecho de estas para sí mismo y en su interacción con la sociedad.
Los estudiosos del tema plantean que aunque los conocimientos, la
experiencia y el coeficiente intelectual tengan su importancia como requisitos
esenciales, son las competencias emocionales, los factores que determinan los
resultados superiores en el puesto de trabajo y mientras más complejo sea este,
mayor es la importancia de la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional considera las competencias como herramientas de superación individual y grupal, que
permiten el desarrollo como ser humano para su integración a
las posibilidades del entorno y obtener los mejores beneficios mutuos de esa
complementación.
Las competencias emocionales se dividen en grupos cada una basadas
en facultades de inteligencias emocionales subyacentes. Esas facultades son
vitales para que alguien adquiera efectivamente las aptitudes necesarias para triunfar
en el lugar de trabajo.
Las cuales se explican a continuación.
·
Independencia:
Cada persona aporta una contribución única al desempeño de su trabajo.
·
Interdependencia:
Cada individuo depende en cierta medida de los demás.
·
Jerarquización:
Las capacidades de la IE se refuerzan mutuamente.
·
Necesidad
pero no suficiencia: Poseer las capacidades no garantiza que se acaben
desarrollando.
·
Genéricas:
Se pueden aplicar por lo general a todos los trabajos pero cada profesión exige
competencias diferentes.
Es cada día más importante que los directivos se preocupen por
desarrollar en sus trabajadores las capacidades emocionales, lo cual además de
los beneficios en términos de motivación y compromiso, resulta muy ventajoso
para las relaciones con los clientes, proveedores, y personal dentro del
entorno laboral, haciéndolas mutuamente beneficiosas, mediante un proceso de retroalimentación de información mediado por el manejo
inteligente de las emociones.
Modelos de competencias
En la literatura científica
existen dos grandes modelos de inteligencia emocional: los modelos de
habilidad y los mixtos. Los primeros se centran exclusivamente en el
procesamiento emocional de la información y en el estudio de las capacidades
relacionadas con dicho procesamiento (Salovey, et al., 1990), mientras que los
segundos combinan dimensiones de personalidad como el optimismo y la capacidad
de automotivación con habilidades emocionales (Bar-On, 1997), (Goleman, 1998) y
(Cooper, 1998).
El modelo de cuatro-fases (Salovey, et al., 1990) es un modelo de
habilidad que concibe a la inteligencia emocional como una inteligencia, por
ser relacionada con el procesamiento de información emocional, a través de la
manipulación cognitiva y conducida sobre la base de una tradición psicomotriz.
Esta perspectiva busca identificar, asimilar, entender y, por último, manejar
(controlar y regular) las emociones.
El modelo está compuesto por cuatro etapas de capacidades
emocionales:
1. La regulación de las emociones para promover el crecimiento
emocional e intelectual.
2. El entendimiento y análisis de las emociones; empleo del conocimiento emocional.
3. Facilitación emocional del pensamiento y percepción.
4. Evaluación y
expresión de la emoción.
Las primeras capacidades o las más básicas son la percepción y la
identificación emocional. En el nivel consciente (la segunda fase de
habilidades), el sistema límbico sirve como un mecanismo de alerta frente a los
estímulos. En la tercera etapa, las reglas y la experiencia gobiernan el
razonamiento acerca de las emociones y finalmente, las emociones son manejadas
y reguladas en la cuarta etapa, en términos de apertura y regulación de los
sentimientos y emociones con el fin de producir un crecimiento personal y en
los demás.
Dentro de los modelos mixtos uno de los más difundidos es el
Modelo de (Bar – On, 1997), según el cual se puede hace un inventario de
las competencias emocionales, dividiéndolas en:
·
Competencia
para la relación intra-personal.
·
Competencia
para las relaciones interpersonales.
·
Competencia
para la adaptabilidad.
·
Competencia
para el manejo del estrés.
·
Competencia
para manejar los estados de ánimo en general.
Por su parte (Goleman, 1998) define en su modelo las competencias
emocionales claves divididas en dos grandes grupos: aquellas asociadas a la
aptitud personal:
·
Autoconocimiento:
Reconocer las propias emociones y sus efectos, confianza en uno mismo.
·
Autorregulación:
Habilidad para regular o reorientar los impulsos y estados de ánimos negativos
y perjudiciales.
·
Motivación:
pasión por el trabajo por razones que van más allá del la motivación por el dinero. Propensión a lograr los objetivos con energía y perseverancia. Y las dirigidas a
lograr la aptitud social.
Aquellas asociadas a la aptitud social:
·
Empatía:
tratar a las otras personas de acuerdo con sus reacciones emocionales.
Habilidad para comprender la naturaleza emocional de otros.
·
Habilidades
sociales: manejar bien las emociones en una relación e interpretar
adecuadamente las situaciones, utilizar estas habilidades para persuadir, negociar
y resolver disputas, para la cooperación y el trabajo
en equipo.
Los modelos de Bar – On, Mayer y de Goleman, a pesar de que en
general sus propósitos son la medición de las competencias propias de la Inteligencia
emocional (IE), difieren en cuanto a sus objetivos, las bases teóricas que los
sustentan y las formas de medición que utilizan.
Por último y no por ello menos importante no se podría dejar de
mencionar a (Robert Cooper, 1998), que como resultado de sus investigaciones en
distintos ejecutivos de diversas compañías propone el llamado "Modelo de
los Cuatro Pilares" con el que logra sacar la inteligencia emocional del
campo del análisis psicológico y las teorías filosóficas y lo coloca en el terreno del
conocimiento directo, del estudio y la aplicación.
El primer pilar, conocimiento emocional, crea un espacio de
eficiencia personal y confianza mediante la honestidad emocional,
energía, conciencia, retroinformación, intuición, responsabilidad y conexión.
El segundo pilar, aptitud emocional, forma la autenticidad del
individuo, su creatividad y flexibilidad, ampliando su círculo de
confianza y capacidad de escuchar, manejar conflictos y sacar el mejor partido
del descontento constructivo.
El tercer pilar, profundidad emocional, explora las maneras de
conformar la vida y trabajo con el potencial, y de respaldar esto con
integridad, compromiso y responsabilidad, que a su vez aumentan la influencia
sinautoridad.
El cuarto pilar, alquimia emocional, extenderá su instinto creador
y capacidad de influir con los problemas y presiones, y de competir por el
futuro construyendo capacidades de percibir y tener acceso a soluciones ocultas y nuevas oportunidades.
Los autores consideran el modelo expuesto por (Goleman, 1998) como
el más completo e ideal para el estudio, ya que propone una teoría de desempeño
aplicable de manera directa al ámbito laboral y organizacional, es decir que
busca la relación con el desempeño laboral del individuo en la organización.
Ello constituye un factor clave para la investigación; por su extensión es el más completo y muchos
de sus indicadores hoy son la base de la Inteligencia emocional.
Las competencias emocionales en la empresa
La dimensión emocional del ser humano no hay que entenderla solo a
nivel empresarial, como uno de los soportes que sustenta nuestras distintas
actividades, sino más bien como un recurso, un activo que hay que gestionar.
Lo mismo que los trabajadores, las organizaciones como tales
también presentan su tono vital o perfil sentimental específicos: las hay
apáticas, miedosas, ansiosas, desorientadas, desesperanzadas, o también
alegres, ilusionadas, responsables o creativas. Estudiar y analizar el perfil
emocional de la organización proporciona una información muy valiosa sobre su
capacidad de desarrollo y evolución.
Una organización emocionalmente competente es aquella que actúa
con eficiencia incluso ante la adversidad, es consciente de sus fortalezas y
debilidades, genera satisfacción en sus personas, aprovecha todo el capital
humano, persigue metas compartidas, busca nuevas oportunidades, comprende
los sentimientos y puntos de vista de sus clientes y proveedores, posee una estructura funcional flexibles, disfruta una eficaz
comunicación interna y externa, distribuye el poder de forma inteligente,
persigue la mejora permanente y la innovación, reduce la distancia entre el
"nosotros" y el "ellos", que ofrece un clima de confianza y
de sinérgica colaboración .
Las emociones determinan el nivel de rendimiento de que se es
capaz de actuar, en estado de equilibrio o desequilibrio emocional, así como
determinan qué tipo de relación se mantiene con los subordinados (liderazgo),
con los superiores (adaptabilidad) o con los pares (trabajo en equipo). Las
emociones determinan cómo responder, comunicarse, comportarse y funcionar en el
trabajo y/o la
empresa.
Hoy en día, los empresarios buscan en sus trabajadores la
capacidad de escuchar y de comunicarse verbalmente, así como la adaptabilidad y
capacidad de dar una respuesta creativa ante los contratiempos y los
obstáculos, sin pasar por alto la capacidad de controlarse a sí mismo, la
confianza, la motivación para trabajar en la consecución de determinados
objetivos, la sensación de querer abrir un camino y de sentirse orgulloso de
los logros conseguidos. Buscan el logro de la eficacia grupal e interpersonal,
la cooperación, la capacidad de trabajar en equipo y la habilidad para negociar
las disputas que de manera inevitable se suceden día a día.
Por tanto cuando haya dudas acerca de a quién le toca realizar una
tarea, los empresarios admiran al que está dispuesto a realizarla sin más
comentarios, apreciando a aquellos que se muestran agradecidos cuando se
sienten bien y cuando se sienten mal, sin mostrar ambivalencias en el
comportamiento.
Dentro de los beneficios que reporta la competencia emocional para
la Empresa se encuentran:
·
Personal
motivado y comprometido con su trabajo.
·
Mejor calidad
de servicio y atención de clientes.
·
Clima
laboral de armonía y compañerismo.
·
Aumento
de las ventas y utilidades.
·
Incremento
de la productividad y mejor calidad.
·
Clientes
más contentos y leales con la empresa.
·
Entusiasmo,
alegría, satisfacción, confianza, seguridad,
felicidad.
1.6.1. Las competencias emocionales en el trabajo
directivo.
"Las competencias emocionales de un líder marcan la
diferencia entre una organización mediocre y una excelente" (Boyatzis,
2005) Según estudios realizados entre el 80% y el 90% de las competencias que
permiten diferenciar a los líderes estrella del resto, pertenecen al dominio de
la inteligencia emocional.
El que dirige debe ser capaz de manejar situaciones complejas de
relaciones y comportamientos humanos para lo cual es necesario, entre otras
habilidades, saber establecer una relación de comprensión y confianza entre la
gente que dirige, saber escuchar, ser capaz de persuadir en forma convincente,
y de generar entusiasmo y compromiso en la gente.
La
inteligencia emocional. Sus inicios. Definiciones.
A través de la evolución de los conceptos expuestos en
los epígrafes anteriores se han presentado una gama de propuestas y
perspectivas de definiciones que incluyen los contextos ambientales,
situacionales, culturales y personales. La inteligencia emocional es una de
ellas y se ha configurado como resultado del desarrollo, evolución y
combinación de la emoción y la inteligencia.
De acuerdo con el criterio de (Pavón 2009) "
son
muchos los factores que propiciaron la eclosión de este término: aportaciones
de la psicología humanista, los movimientos de renovación pedagógica que
proponían unaeducación integral donde la afectividad
tenía un gran papel, ciertas terapias cognitivas, investigaciones sobre la
emoción y los recientes descubrimientos de la neurociencia que han permitido conocer el
funcionamiento cerebral de las emociones".
El término inteligencia emocional fue utilizado por
primera vez en 1990 por los psicólogos Peter Salovey de la Universidad de Harvard y John Mayer de la
Universidad de New Hampshire. Se empleó para descubrir las cualidades
emocionales que parecían tener importancia para el éxito. Estas podían incluir:
la empatía; expresión y comprensión de los sentimientos; control del mal genio (la ira); independencia; capacidad de
adaptación; la simpatía; capacidad de resolver los problemas en forma interpersonal;
persistencia; cordialidad; amabilidad y el respeto.
Daniel (Goleman,1995), en la publicación del libro ¨ Emotional Intelligence ¨,
popularizó el término, cambia la concepción sobre "ser inteligente"
al comprobar que el éxito en la vida depende en mayor medida del coeficiente
emocional que del coeficiente intelectual que se posee, por lo que recomienda trabajar
en cinco áreas: la conciencia de uno(a) mismo(a), el manejo o
control de sus emociones, la auto motivación para alcanzar las metas que se ha
propuesto, la empatía y la habilidad social o la capacidad de comunicarse y de
relacionarse con los demás.
El término ha provocado una explosión de interés que
va desde la crianza de los hijos hasta el ámbito empresarial. Las grandes empresas comprendieron por fin que la
dimensión emocional del ser humano no hay que entenderla únicamente, como uno
de los soportes que sustenta las distintas actividades, sino más bien como un
recurso ó un activo que hay que gestionar.
Los autores consideran que estudiar y analizar el
perfil emocional de la organización proporciona una información muy
valiosa sobre la capacidad de desarrollo y evolución de la inteligencia
emocional.
Las teorías psicológicas han generado una gama amplia de
supuestos sobre la inteligencia emocional, las cuales abarcan desde las
biológico-neurológicas hasta las cognitivas. La perspectiva biológica o
neurológica se centra en el estudio de los umbrales de sensibilidad y control
de los estímulos emocionales; mientras que la perspectiva psicológica cognitiva
busca entender el significado de los eventos emocionales.
La historia del concepto de la inteligencia emocional
se puede remontar a unas décadas atrás, hasta encontrar su inicio en uno de los
miembros de la escuela psicoanalítica Otto Rank, el cual se distanció
de las enseñanzas teóricas de su maestro, Sigmund Freud, y dijo en 1938 en
una conferencia en la Universidad de Minnesota:
"He aprendido de mi propia experiencia que el
proceso terapéutico es, básicamente, una experiencia emocional, que tiene lugar
con independencia de los conceptos teóricos del analista. (...) He aquí la
definición de la relación personal, expresada en términos sencillos: una
persona ayuda a la otra a desarrollarse y a crecer, sin manipular demasiado la personalidad del otro individuo".
Casi medio siglo después (Mehrabian, 1981) definiría
la inteligencia emocional como: "la habilidad para percibir adecuadamente
las emociones personales y las de otros; ejercer dominio sobre las emociones propias y
responder de manera apropiada; entrar en relaciones en las que la expresión
honesta de las emociones está balanceada con la cortesía, la consideración y el
respeto; seleccionar trabajos que son emocionalmente compensatorios, eliminando
el bajo logro y la inseguridad personal; balancear el trabajo, el hogar y la vida recreacional".
(Daniel Goleman, 1995) conceptualiza el término como
la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de
motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras
relaciones.
(Bar – On, 1997) se refiere a ella como un conjunto de
habilidades personales, emocionales y sociales y de destrezas que influyen en
la habilidad del ser humano para adaptarse y enfrentar las demandas y presiones
del medio.
El mérito de estos autores como señala (Martín, et
al., 2000), está en haber identificado cinco capacidades parciales diferentes
como elementos integrantes de la competencia emocional: reconocer las propias
emociones, saber manejar las propias emociones, utilizar el potencial
existente, saber ponerse en el lugar de los demás, crear relaciones sociales.
(Balart, 2002) se refiere al tema como la capacidad de
comprender las emociones y conducirlas, de tal manera que se puedan utilizar
para guiar la conducta y los procesos del pensamiento, para producir mejores
resultados.
(Useche, 2007) La inteligencia emocional es la
capacidad de interactuar con el mundo de una forma receptiva y adecuada.
(Pavón, 2009) "
inteligencia emocional es la
capacidad que posee una persona para reconocer, sentir, controlar y modificar
las emociones, tanto en el ámbito personal como en el social, en consonancia
con el entorno".
A pesar de presentar ideas semejantes, cada autor
presenta en su teoría alguna singularidad que convierte su criterio en
necesario, coinciden en las aptitudes para reconocer y regular las emociones
propias y de los demás y el gran papel que juegan las emociones en el correcto
desenvolvimiento de la vida en general y más aún en su éxito.
Teniendo en cuenta las definiciones anteriores y
tomando como referencia el criterio de (Goleman, 1995) la definición que
sustenta esta investigación a opinión de la autora es: ¨ la
inteligencia emocional es la capacidad que le permite al hombre reconocer y manejar de forma
consciente las emociones positivas y negativas en él y en el resto de las
personas, lo que le proporciona alcanzar excelentes resultados en el ámbito
social y personal ¨.
La Inteligencia Emocional (IE) es un concepto
psicológico que pretende describir el papel y la importancia de las emociones
en la funcionalidad intelectual. Los desafíos que enfrentan las empresas en la
época actual requieren que las personas se encuentren altamente capacitadas, no
sólo en su área de competencia (tecnología, ventas, servicios), sino también y muy
especialmente en el manejo inteligente de las emociones.
El desarrollo de la IE según (Goleman, 1998) se atiene
a los cinco principios siguientes:
- 1. Percepción: cualquier cosa
que incorporemos por cualquiera de nuestros sentidos.
- 2. Retención:
corresponde a la memoria, que incluye la
retentiva (o capacidad de almacenar información) y el recuerdo, la
capacidad de acceder a esa información almacenada.
- 3. Análisis:
función que incluye el reconocimiento de pautas y el procesamiento de la
información.
- 4. Emisión: cualquier forma de comunicación o acto creativo, incluso del pensamiento.
- 5. Control:
función requerida a la totalidad de las funciones mentales y físicas.
Estos cinco principios se refuerzan entre sí. Tras
haber recibido la información de manera eficiente, es más fácil retenerla y
analizarla. A la inversa, una retención y un análisis eficientes incrementan
significativamente la capacidad de recibir información.
De modo similar, el análisis que abarca una
disposición compleja de las tareas de apropiación de la información, exige una
capacidad para retener (recordar y asociar) aquello que se ha recibido. Es
obvio que la calidad del análisis se ve afectada por
la capacidad para recibir y retener la información.
Estas tres funciones convergen en la cuarta, es decir,
la emisión o expresión ya sea mediante el mapa mental, el discurso, el gesto u otros recursos, de aquella que se ha
recibido, retenido y analizado.
La quinta categoría la del control, se refiere a la
actividad general del cerebro por la cual este se constituye en
" observador y regulador" de todas las funciones mentales y físicas,
incluyendo la salud general, actitud y las condiciones ambientales. Esta
categoría es de particular importancia porque una mente y un cuerpo sanos son
esenciales para que los otros cuatro funcionen – recibir, retener, analizar y
emitir - puedan operar en la plenitud de su potencial.
La IE es una destreza que permite conocer y manejar
los propios sentimientos, interpretar o hacer frente en los sentimientos de los
demás, lograr satisfacción y ser eficaces en la vida, a la vez que crea hábitos
mentales que favorecen el desempeño y el éxito. Es por ello que el
estudio de los sentimientos y las emociones, desde hace más de una década, gana
cada día numerosos seguidores, no solo de la intelectualidad, sino también en
el mundo de los negocios, ya que bajo el modelo de
la IE se pretende integrar todo un conjunto de habilidades de procedencia
psíquica que influyen en la conducta y en la calidad del desempeño tanto
intelectual como laboral.
Cuando se desarrolla la inteligencia emocional se
puede observar un mejoramiento en la comunicación de todos. El trabajador se siente
más realizado, feliz, pleno y con mayor calidad de vida; aumenta la motivación, las relaciones
personales mejoran, las personas se implican más en su trabajo y son más
responsables y autónomas; se mejora el clima laboral; el poder carismático y
el liderazgo se ven reforzados; aumenta la eficacia yeficiencia de las personas y de los equipos,
los procesos de cambio y de mejora continua se agilizan.
Las personas emocionalmente inteligentes poseen
suficiente grado de autoestima: son positivas., saben dar y recibir, reconocen
los propios sentimientos y los controlan, superan las dificultades y las
frustraciones y encuentran equilibrio entre exigencia y tolerancia.
Aprovechar la inteligencia emocional no implica estar
siempre contento o evitar las perturbaciones, sino mantener el equilibrio:
saber atravesar los malos momentos que depara la vida, aceptar los propios
sentimientos y salir airoso de esas situaciones sin dañarse ni dañar a los
demás.
La difusión de un "alfabetismo emocional",
pocas veces valorado en su justa medida, haría del mundo (y por ende de las
organizaciones) un lugar más agradable, menos agresivo y más estimulante. No se
trata de borrar las pasiones, sino de administrarlas con inteligencia.
Las competencias son "comportamientos que algunas
personas dominan mejor que otras, y que los hace más eficaces en una
determinada situación".
Una persona presenta un perfil de competencias
emocionales adecuadas cuando demuestra cualidades requeridas para llevar a cabo
determinadas misiones o tareas de índole intra e interpersonal (conoce sus
fortalezas y debilidades, administra adecuadamente su energía, impulsos,
tendencias y predisposiciones conductuales, maneja mejor los conflictos de su equipo de trabajo; en fin,
son conductas apropiadas agregadas al espectro emocional personal).
En términos generales las competencias emocionales se
definen como las competencias que permiten el reconocimiento y manejo de los
sentimientos y las emociones, tanto propias como ajenas, para lograr relaciones
mutuamente satisfactorias entre el hombre y su medio laboral y social.
La autora considera que competencia emocional es la
habilidad o aptitud, que posee un individuo para manejar las emociones, sacando
el mejor provecho de estas para sí mismo y en su interacción con la sociedad.
Los estudiosos del tema plantean que aunque los
conocimientos, la experiencia y el coeficiente intelectual tengan su importancia
como requisitos esenciales, son las competencias emocionales, los factores que
determinan los resultados superiores en el puesto de trabajo y mientras más
complejo sea este, mayor es la importancia de la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional considera las competencias
como herramientas de superación individual y
grupal, que permiten el desarrollo como ser humano para su integración a las posibilidades del entorno y
obtener los mejores beneficios mutuos de esa complementación.
Las competencias emocionales se dividen en grupos cada
una basadas en facultades de inteligencias emocionales subyacentes. Esas
facultades son vitales para que alguien adquiera efectivamente las aptitudes
necesarias para triunfar en el lugar de trabajo.
Las cuales se explican a continuación.
- Independencia:
Cada persona aporta una contribución única al desempeño de su trabajo.
- Interdependencia:
Cada individuo depende en cierta medida de los demás.
- Jerarquización:
Las capacidades de la IE se refuerzan mutuamente.
- Necesidad
pero no suficiencia: Poseer las capacidades no garantiza que se acaben
desarrollando.
- Genéricas:
Se pueden aplicar por lo general a todos los trabajos pero cada profesión
exige competencias diferentes.
Es cada día más importante que los directivos se
preocupen por desarrollar en sus trabajadores las capacidades emocionales, lo
cual además de los beneficios en términos de motivación y compromiso, resulta
muy ventajoso para las relaciones con los clientes, proveedores, y personal
dentro del entorno laboral, haciéndolas mutuamente beneficiosas, mediante un
proceso de retroalimentación de información mediado por el
manejo inteligente de las emociones.
En la literatura científica existen dos grandes modelos de inteligencia emocional: los
modelos de habilidad y los mixtos. Los primeros se centran exclusivamente en el
procesamiento emocional de la información y en el estudio de las capacidades
relacionadas con dicho procesamiento (Salovey, et al., 1990), mientras que los
segundos combinan dimensiones de personalidad como el optimismo y la capacidad
de automotivación con habilidades emocionales (Bar-On, 1997), (Goleman, 1998) y
(Cooper, 1998).
El modelo de cuatro-fases (Salovey, et al., 1990) es
un modelo de habilidad que concibe a la inteligencia emocional como una
inteligencia, por ser relacionada con el procesamiento de información
emocional, a través de la manipulación cognitiva y conducida sobre la base de
una tradición psicomotriz. Esta perspectiva busca identificar, asimilar,
entender y, por último, manejar (controlar y regular) las emociones.
El modelo está compuesto por cuatro etapas de capacidades
emocionales:
1. La regulación de las emociones para promover el
crecimiento emocional e intelectual.
3. Facilitación emocional del pensamiento y
percepción.
Las primeras capacidades o las más básicas son la
percepción y la identificación emocional. En el nivel consciente (la segunda
fase de habilidades), el sistema límbico sirve como un mecanismo de alerta
frente a los estímulos. En la tercera etapa, las reglas y la experiencia
gobiernan el razonamiento acerca de las emociones y finalmente, las emociones
son manejadas y reguladas en la cuarta etapa, en términos de apertura y
regulación de los sentimientos y emociones con el fin de producir un
crecimiento personal y en los demás.
Dentro de los modelos mixtos uno de los más difundidos
es el Modelo de (Bar – On, 1997), según el cual se puede hace un inventario de las competencias emocionales,
dividiéndolas en:
- Competencia
para la relación intra-personal.
- Competencia
para las relaciones interpersonales.
- Competencia
para la adaptabilidad.
- Competencia
para el manejo del estrés.
- Competencia
para manejar los estados de ánimo en general.
Por su parte (Goleman, 1998) define en su modelo las
competencias emocionales claves divididas en dos grandes grupos: aquellas
asociadas a la aptitud personal:
- Autoconocimiento:
Reconocer las propias emociones y sus efectos, confianza en uno mismo.
- Autorregulación:
Habilidad para regular o reorientar los impulsos y estados de ánimos
negativos y perjudiciales.
- Motivación:
pasión por el trabajo por razones que van más allá del la motivación por el dinero. Propensión a
lograr los objetivos con energía y perseverancia. Y las dirigidas a lograr la aptitud
social.
Aquellas asociadas a la aptitud social:
- Empatía:
tratar a las otras personas de acuerdo con sus reacciones emocionales.
Habilidad para comprender la naturaleza emocional de otros.
- Habilidades
sociales: manejar bien las emociones en una relación e interpretar
adecuadamente las situaciones, utilizar estas habilidades para persuadir,
negociar y resolver disputas, para la cooperación y el trabajo en equipo.
Los modelos de Bar – On, Mayer y de Goleman, a pesar
de que en general sus propósitos son la medición de las competencias propias de la
Inteligencia emocional (IE), difieren en cuanto a sus objetivos, las bases
teóricas que los sustentan y las formas de medición que utilizan.
Por último y no por ello menos importante no se podría
dejar de mencionar a (Robert Cooper, 1998), que como resultado de sus
investigaciones en distintos ejecutivos de diversas compañías propone el
llamado "Modelo de los Cuatro Pilares" con el que logra sacar la
inteligencia emocional del campo del análisis psicológico y las teorías filosóficas y lo coloca en el
terreno del conocimiento directo, del estudio y la aplicación.
El primer pilar, conocimiento emocional, crea un
espacio de eficiencia personal y confianza mediante la honestidad emocional, energía, conciencia,
retroinformación, intuición, responsabilidad y conexión.
El segundo pilar, aptitud emocional, forma la
autenticidad del individuo, su creatividad y flexibilidad, ampliando su
círculo de confianza y capacidad de escuchar, manejar conflictos y sacar el
mejor partido del descontento constructivo.
El tercer pilar, profundidad emocional, explora las
maneras de conformar la vida y trabajo con el potencial, y de respaldar esto
con integridad, compromiso y responsabilidad, que a su vez aumentan la
influencia sinautoridad.
El cuarto pilar, alquimia emocional, extenderá su
instinto creador y capacidad de influir con los problemas y presiones, y de
competir por el futuro construyendo capacidades de percibir y tener acceso a soluciones ocultas y nuevas oportunidades.
Los autores consideran el modelo expuesto por
(Goleman, 1998) como el más completo e ideal para el estudio, ya que propone
una teoría de desempeño aplicable de manera directa al ámbito laboral y
organizacional, es decir que busca la relación con el desempeño laboral del
individuo en la organización. Ello constituye un factor clave para la investigación; por su extensión
es el más completo y muchos de sus indicadores hoy son la base de la
Inteligencia emocional.
La dimensión emocional del ser humano no hay que
entenderla solo a nivel empresarial, como uno de los soportes que sustenta
nuestras distintas actividades, sino más bien como un recurso, un activo que
hay que gestionar.
Lo mismo que los trabajadores, las organizaciones como
tales también presentan su tono vital o perfil sentimental específicos: las hay
apáticas, miedosas, ansiosas, desorientadas, desesperanzadas, o también
alegres, ilusionadas, responsables o creativas. Estudiar y analizar el perfil
emocional de la organización proporciona una información muy valiosa sobre su
capacidad de desarrollo y evolución.
Una organización emocionalmente competente es aquella
que actúa con eficiencia incluso ante la adversidad, es consciente de sus
fortalezas y debilidades, genera satisfacción en sus personas, aprovecha todo
el capital humano, persigue metas
compartidas, busca nuevas oportunidades, comprende los sentimientos y puntos de
vista de sus clientes y proveedores, posee una estructura funcional flexibles, disfruta una
eficaz comunicación interna y externa, distribuye el poder de forma
inteligente, persigue la mejora permanente y la innovación, reduce la distancia
entre el "nosotros" y el "ellos", que ofrece un clima de
confianza y de sinérgica colaboración .
Las emociones determinan el nivel de rendimiento de
que se es capaz de actuar, en estado de equilibrio o desequilibrio emocional,
así como determinan qué tipo de relación se mantiene con los subordinados
(liderazgo), con los superiores (adaptabilidad) o con los pares (trabajo en
equipo). Las emociones determinan cómo responder, comunicarse, comportarse y
funcionar en el trabajo y/o la empresa.
Hoy en día, los empresarios buscan en sus trabajadores
la capacidad de escuchar y de comunicarse verbalmente, así como la
adaptabilidad y capacidad de dar una respuesta creativa ante los contratiempos
y los obstáculos, sin pasar por alto la capacidad de controlarse a sí mismo, la
confianza, la motivación para trabajar en la consecución de determinados
objetivos, la sensación de querer abrir un camino y de sentirse orgulloso de
los logros conseguidos. Buscan el logro de la eficacia grupal e interpersonal,
la cooperación, la capacidad de trabajar en equipo y la habilidad para negociar
las disputas que de manera inevitable se suceden día a día.
Por tanto cuando haya dudas acerca de a quién le toca
realizar una tarea, los empresarios admiran al que está dispuesto a realizarla
sin más comentarios, apreciando a aquellos que se muestran agradecidos cuando
se sienten bien y cuando se sienten mal, sin mostrar ambivalencias en el
comportamiento.
- Personal
motivado y comprometido con su trabajo.
- Mejor calidad de servicio y atención de clientes.
- Clima
laboral de armonía y compañerismo.
- Aumento de
las ventas y utilidades.
- Incremento
de la productividad y mejor calidad.
- Clientes
más contentos y leales con la empresa.
- Entusiasmo,
alegría, satisfacción, confianza, seguridad, felicidad.
1.6.1. Las competencias emocionales en el trabajo
directivo.
"Las competencias emocionales de un líder marcan
la diferencia entre una organización mediocre y una excelente" (Boyatzis,
2005) Según estudios realizados entre el 80% y el 90% de las competencias que
permiten diferenciar a los líderes estrella del resto, pertenecen al dominio de
la inteligencia emocional.
El que dirige debe ser capaz de manejar situaciones
complejas de relaciones y comportamientos humanos para lo cual es necesario,
entre otras habilidades, saber establecer una relación de comprensión y
confianza entre la gente que dirige, saber escuchar, ser capaz de persuadir en
forma convincente, y de generar entusiasmo y compromiso en la gente.
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