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lunes, 16 de febrero de 2015

Jose Ramon Ubieto El Trastorno de TDAH Hablar con el Cuerpo

Autor
José Ramón Ubieto
Psicólogo clínico y Psicoanalista. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Colaborador docente de la Universidad Oberta de Catalunya.
Sinopsis
Niños movidos y desatentos con relación a los aprendizajes ha habido siempre. La novedad radica en la mentalidad contemporánea, ligada a la prisa y a una noción del tiempo que no contempla la espera ni el tiempo para comprender.
El libro quiere poner el énfasis en señalar la importancia de la subjetividad en todo el proceso de comprender el TDAH: la subjetividad de la época en primer lugar, ligada a lo fast. La subjetividad de los sujetos diagnosticados de TDAH, cuyos cuerpos agitados expresan así un malestar que confluye en unos síntomas, pero que responde a situaciones muy diversas. Y la subjetividad de los profesionales que intervienen: educadores y clínicos, que no pueden pensarse fuera del cuadro en el que se dibujan junto a los pacientes o educandos.
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Índice

INTRODUCCIÓN
1. TDAH: CONSTRUCTO Y PATOLOGÍA
Breve historia del TDAH
Criterios diagnósticos
Aspectos etiológicos
Paradojas “digitales” de la atención
La venta del TDAH
2. ABORDAJES TERAPÉUTICOS DEL TDAH
Tratamiento farmacológico
Consultas y asesoramiento a los padres
Trabajo en red: atención social, educación y salud
Cómo darse el tiempo de escuchar a los niños y adolescentes hiperactivos
Caso 1: “TACHE”
Caso 2: “DESPISTADO”

3. PERSPECTIVAS Y CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA



TDAH. ¿A qué alude ese acrónimo? Uno, a la falta de atención. O dos, a la hiperactividad y la impulsividad. O tres, a una combinación de las anteriores. Se estima que el 6% de la población infantil padece este trastorno. El TDAH es una alteración real. Pero para algunos ámbitos del psicoanálisis es sólo una etiqueta diagnóstica sin evidencias neurobiológicas ni genéticas. El psicoanalista clínico José Ramón Ubieto aporta su interpretación y experiencia en su libro TDAH, hablar con el cuerpo(editorial UOC).

¿Qué es el TDAH?

Es el nombre prét-a-porter con el que hoy designamos el malestar en la infancia en sus diferentes formas: inquietud, problemas de conducta, dificultades de aprendizaje. En sentido más estricto se refiere a un diagnóstico psiquiátrico aplicable desde niños a adultos con síntomas de hiperactividad o falta de atención.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico debería hacerse por especialistas clínicos en un contexto de entrevistas personalizadas y con ayuda, cuando sea preciso, de otros instrumentos diagnósticos. En la práctica, profesionales del ámbito educativo o de la salud (no especialistas), e incluso los mismos padres, a veces “cuelgan” esa etiqueta para nombrar algo que los perturba y que no saben bien cómo comprender. El abordaje clínico debe priorizar la escucha de ese malestar y a partir de allí pensar las ofertas posibles: tratamiento psicológico, farmacológico, educativo.

Un niño es desatento, se muestra inquieto, rinde poco en clase. ¿Qué pueden hacer los padres? 

Primero hablar con su tutor y los profesionales de la escuela para buscar juntos estrategias que mejoren ese rendimiento. Pensar también en el trabajo en casa, en cómo acompañarlo en sus deberes y en sus dificultades vitales, cómo estar al lado tomando en cuenta lo que a él le puede inquietar, que no siempre coincide con lo que nos inquieta a los padres o a los docentes. Cuando todo eso no funciona es el momento de consultar a un clínico, pero primero la educación.

¿Cómo es un niño con TDAH?

Es alguien que muestra una inquietud. Algo hace que no pare de moverse, que lo despista y le complica la existencia y el vínculo educativo. Pero al mismo tiempo, y esto ya no es tan evidente, es alguien fijado a un punto, a un cierto impasse que le hace sufrir. Fijado a algo que no ha podido resolver de su relación familiar, de su relación con los compañeros o de la relación consigo mismo. De allí la paradoja de niños incapaces de concentrarse en una tarea escolar y, sin embargo, pendientes todo el tiempo de los cambios de humor de los adultos, del tono de su voz o de un videojuego.

El psicoanálisis niega que el TDAH tenga una base genética o neurobiológica en contra de criterios científicos.

No es una afirmación del psicoanálisis, sino una constatación que la propia “Guía de práctica clínica sobre el TDAH en niños y adolescentes” del Ministerio de Sanidad. Es una evidencia que a día de hoy no hay marcadores biológicos o genéticos que permitan determinar la existencia del TDAH.

No todos los que padecen el trastorno llegan a las consultas y, al mismo tiempo, hay un hiperdiagnóstico en chicos con problemas de aprendizaje y conducta. ¿Hay mucho diagnóstico erróneo?

La citada guía del Ministerio admite también las dificultades en la detección, el proceso diagnóstico y la metodología que originan amplias variaciones (geográficas y demográficas), lo que conduce a un infradiagnóstico o un sobrediagnóstico del TDAH. Pediatras americanos admitían en un relevante reportaje publicado en The New York Times que lo diagnostican empujados por la demanda de los padres y por las abultadas ratios escolares, más que por criterios clínicos. En nuestro país empezamos a constatar este mismo efecto, lo que aumentará sin duda la prevalencia del cuadro.

¿Cuándo hay que medicar?

La medicación habitual son psicoestimulantes que funcionan como las anfetaminas. Mejoran el rendimiento a corto plazo pero también generan efectos secundarios que hay que considerar. No hay ninguna evidencia probada de que la ausencia de medicación comporte fracaso escolar.

Los detractores de los tratamientos con medicación suelen culpabilizar a los padres por buscar una “solución rápida”.

Los padres buscan explicaciones y soluciones para problemas que a veces los desbordan. Se guían por consejos de otros padres o por indicaciones profesionales buscando la mejor fórmula para sus hijos. La cuestión es que encuentren orientaciones que tomen en cuenta la subjetividad, la suya y la de sus hijos, y que no se limiten a contabilizar conductas y aplicar fórmulas universales que prometen curas imposibles.

Subjetividad. Hablar con el cuerpo. ¿A qué se refiere?

Cada niño o niña hiperactivos tiene sus propias razones para moverse o no prestar atención. Esos motivos, que él desconoce, hablan a través de su cuerpo, en esa inquietud que lo atraviesa. Son palabras apresadas que sin embargo contienen un mensaje cifrado que se dirige a los adultos cercanos (padres, profesores, clínicos). Escuchar ese malestar singular a cada uno es la tarea que nos hará comprender la función que cumple esa hiperactividad y cómo entonces tomar distancia de ese movimiento incesante.

En la actualidad se está extendiendo el diagnóstico de TDAH a los adultos, ¿qué opina?

En los adultos se trata básicamente de la desatención como síntoma principal. No deja de ser curiosa la proliferación de este diagnóstico en un mundo dominado por el zapping, los hipervínculos, los tuits de 140 caracteres y una cierta desresponsabilización sobre nuestros asuntos. Hoy cualquiera puede sentirse víctima de algo. Nombrar esa actitud como un trastorno puede aliviarnos de responder de nuestros actos. Es una falsa salida.

La Lomce hace mención expresa al TDAH pero no a los trastornos del espectro autista.

Las iniciativas legislativas siempre son el resultado de la confluencia de intereses legítimos de lobbies diversos (afectados, industria, profesionales). En este caso la compañía farmacéutica Shire (principal productor de medicamentos para el TDAH) financió el “Libro Blanco europeo sobre el TD (TDAH: Haciendo visible lo invisible)” donde se perfilan estrategias que luego son aplicadas por los gobiernos europeos. En España eso ha influido decisivamente en su inclusión en la Lomce asegurando así algunos beneficios para los diagnosticados de TDAH (descuentos en materiales, más tiempo para los exámenes). Estas medidas tienen luego sus efectos, como ya sucedió en Quebec (Canadá) donde tras un acuerdo similar el número de diagnósticos se multiplico exponencialmente. En relación al autismo sabemos que el tratamiento farmacológico ofrece pobres resultados y quizás sea un factor a considerar para entender un menor interés de algunos de estos lobbies.

Explíquenos esta frase de su libro: “Es curioso que en Estados Unidos se medique al 14% de los niños cuando el trastorno afecta sólo al 6%. Y que un alto porcentaje sean negros, chicanos o hispanos”.

Pensar el TDAH al margen de las condiciones sociales, familiares y educativas es una ingenuidad. El profesor Alan Sroufe de la Universidad de Minnesota dirigió un estudio desde 1975, en el que siguieron a 200 niños que nacieron en la pobreza y constataron cómo el ambiente del niño predice el desarrollo de problemas de TDAH. En marcado contraste, la medición de anomalías neurológicas al nacer, del C.I., y del temperamento infantil no predicen un TDAH.

Usted habla de la existencia de un “marketing de medicamentos” según el cual el TDAH no medicado implica riesgos relevantes: fracaso escolar, conflictividad social, drogodependencia.

El estudio más serio hecho hasta el momento es el Estudio de Tratamiento Multimodal de Niños con TDAH (MTA) realizado por el NIMH (National Institute of Mental Health) la agencia de investigación biomédica y del comportamiento más importante de los EE.UU.. Fue diseñado para probar si los niños diagnosticados con TDAH tienen mejores resultados cuando son tratados con medicamentos u otros abordajes. Tras el análisis inicial de 14 meses donde se comprobó la mejora con medicamentos se constató a medio y largo plazo que ya no había diferencias en el comportamiento entre niños que fueron medicados y los que no lo eran. Pero los datos sí que mostraron que los niños que tomaron los medicamentos durante 36 meses sufrieron una una pérdida de peso y un descenso del crecimiento. No hay ninguna evidencia probada de que la ausencia de medicación comporte fracaso escolar o drogodependencias. Lo que sí hay verificado es que los adolescentes que toman psicoestimulantes durante largos periodos tienden a tomar anfetaminas posteriormente ya que se trata de un mismo principio activo.

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miércoles, 11 de febrero de 2015

Fuentes de la Policia Nacional aseguran que la violencia filio-parental o ascendente

El pasado jueves un joven de 25 años acabó presuntamente con la vida de su madre, de 49, en su domicilio de Madrid. Los vecinos apuntaban que las discusiones entre ambos eran muy frecuentes, pero nadie auguraba este dramático final porque «el chico era muy agradable y simpático» con todos, «menos con su madre».
Desgraciadamente, no es un hecho aislado. Fuentes de la Policia Nacional aseguran que la violencia filio-parental o ascendente «no cuenta con una estadística propia» y los casos se incluyen «dentro del ámbito de violencia familiar». Aún así, según datos de la Fiscalía General del Estado, las agresiones de hijos a padres han aumentado considerablemente en los últimos años. En 2006 se cuantificaron en España 2.000 casos y en 2012 un total de 4.936. «Solo en 2013 se iniciaron 4.659 procedimientos a jóvenes mayores de 14 años por este tipo de sucesos, siendo Andalucía, Valencia y Cataluña, las regiones que concentraron la mayor parte», resaltaJavier Urra, director clínico de Recurra-Ginso y presidente de laSociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental (Sevifip).
No obstante, los expertos insisten en que existen muchos casos más, pero no se denuncian «por miedo, ignorancia, vergüenza, dejadez y, en general, porque “¿para qué?, ¿acaso soluciona “mi problema”? —apunta José Cabrera, psiquiatra y médico forense—. Y, en la mayoría de los casos —añade—, por lástima quedando siempre en el ánimo de los padres un deseo: “a lo mejor no vuelve a suceder”».

Ataque psicológico y físico severo

Hay ocasiones, incluso, en que los padres no reconocen esta violencia porque la perciben de forma diferente a sus hijos. Se considera violencia filio-parental a las agresiones psicológicas que suponen desobediencia, insultos, amenazas, chantaje, robo de dinero o de objetos familiares de gran valor económico o emocional. Realizar más de seis veces dicho comportamiento en el último año es una agresión psicológica severa. Y, la más conocida, la agresión física, supone romper objetos, daños materiales en el ámbito familiar y agresión a los progenitores. Si se repite tres veces en un año, se considera agresión física severa.
Según datos del juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud, el 80% de la violencia de menores en general lo comenten los chicos y un 20% las chicas. En el caso de la violencia filio-parental, el 60% la cometen chicos y el 40% chicas. Ellos eligen más la violencia física y ellas la física y la verbal para hacer un mayor daño moral.
Francisco Castaño, profesor de Secundaria y director deAprendeaeducar.org junto a Pedro García Aguado —conocido por su programa «Hermano mayor»—, asegura que sólo un 1% de los casos de jóvenes que agreden a sus padres se debe a un trastorno o psicopatología. «El 99% de los casos se debe a un problema de educación inadecuada. Es decir, no son chicos malos, sino que tienen un mal comportamiento», puntualiza.
Explica que existe la creencia de que estos chicos han sido víctimas de malos tratos, son adictos a la droga, alcohol y son de clase social baja. «Algunos lo son, pero la mayoría son de clase media y alta. Son hijos de políticos, médicos, deportistas de élite...».

¿Por qué agreden a los padres?

Uno de los principales motivos es, según Castaño, la falta de normas y límites claros en el hogar. «Hay padres que protegen en exceso a sus hijos: les dan todo lo que quieren, les hacen los deberes, les dan dinero para caprichos... En el momento en que le dicen "no", comienzan los gritos y el hijo tenderá a desahogar toda su rabia con golpes o insultos porque no entiende que se le contrarie. Algo parecido ocurre con los hijos de padres muy autoritarios que guardan mucha rabia y en cuanto el pequeño crece y se ve con fuerzas, se enfrenta a los padres de forma violenta para devolverles aquello que consideran injusto».
Otro de los motivos es la fisura educativa entre padre y madrecuando uno le permite cosas y otro no. «La falta de acuerdo en la forma de educar hace que el niño se ponga de parte de uno, del que le permite hacer todo, pero siempre llega un día en que hay algo que no se le puede permitir y el rebote por parte del hijo es tan grande que llega a pegar a sus padres por no comprender dicha negativa».
Es curioso el dato de que muchos jóvenes que agreden a sus padres, no son violentos fuera de su hogar. «En Inglaterra se ha realizado un estudio que determina que el 36% de los chicos y chicas que pegan en casa también lo hacen en la calle —apunta Urra—. El resto no. En España no hay un estudio al respecto, pero sí es muy significativo que cuando sucede este tipo de violencia los profesores se quedan sorprendidos: «¡pero si es un chico estupendo en clase!».

Cada vez más jóvenes

Según el director de Aprendeaeducar.org, los padres no deben esperar a que los hijos sean adolescentes para ver si son agresivos o no. «Los problemas se gestan en Primaria, pero se manifiestan en Secundaria. Hace años, eran los chavales de 16 años los más conflictivos. Actualmente la consulta está llena de niños de 11 y 12 años que agreden a sus padres», asegura.
¿La razón de este adelanto en la edad? La sociedad actual les está ofreciendo antes de tiempo acceso a demasiadas cosas. Las nuevas tecnologías, por ejemplo, les permiten ver sin límites películas violentas, de sexo, drogas... y los padres no supervisan los contenidos.
Cuando un hijo no aceptan un “no“, monta grandes peleas, incumple las normas de forma alarmante, etc., es aconsejable que consulten con un experto en psicología o terapia educacional. «En consulta —explica Castaño— primero trabajamos con los padres: les enseñamos a poner normas, a comunicarse, a que se den cuenta de que los hijos no están en contra de ellos, sino que repiten un comportamiento aprendido; es decir, si grito y pego al final consigo lo que quiero. Posteriormente tratamos a los hijos».

Trato jurídico

Desde el punto de vista jurídico no existen herramientas suficientes para reeducar a estos jóvenes. «La ley Orgánica 1/96 de protección jurídica al menor va a ser modificada y va a incluir un párrafo que menciona la violencia ascendente, un reconocimiento que supone un gran paso», asegura Urra.
Pero, hasta el momento, cuando unos padres denuncian, el hijo si es menor puede ir a un centro de reforma y los mayores de edad a la cárcel. «Esta privación de libertad por un tiempo no resuelveel problema y seguramente el chico saldrá con mayor rencor hacia sus padres que con el que entró. Es necesario un sistema que les facilite pautas educativas para cambiar su comportamiento», concluye Urra.
El juez de menores, Emilio Calatayud, considera un error que Rodríguez Zapatero suprimiera el artículo 154 del Código Civil que aseguraba que «los padres pueden corregir razonablemente a los hijos», artículo que el PP tampoco ha recuperado.
«El problema —asegura— es que los padres han perdido toda autoridad y no saben decir «no», lo que convierte a sus hijos en unos tiranos. Se olvidan de que el artículo 155 apunta que «los hijos deben obedecer a sus padres mientras estén bajo su potestad y respetarles siempre. En la mayoría de los casos de violencia «la culpa es de los padres por no saber mantener su autoridad y negarse a ser esclavos de sus hijos. Si han incrementado el número de agresiones es porque algo falla: su educación».
El juez añade que es importante que los padres aprendan a reconducir cuanto antes la conducta de sus hijos. «Es más fácil conseguirlo cuando tienen ocho años que cuando han cumplido quince».

Radiografía de los hijos agresores

domingo, 8 de febrero de 2015

RESISTIRE DANI ROVIRA PREMIOS GOYA 2015

Uno de cada cuatro alumnos sufre acoso escolar


Uno de cada cuatro alumnos sufre acoso escolar
En el estudio Cisneros X han participado 25.000
estudiantes de 14 comunidades autónomas
Un estudio realizado entre 25.000 alumnos de
2º de Primaria a 1º de Bachillerato de centros públicos, privados y concertados de 14 autonomías, señala que más de 500.000 niños en España sufre un grado de acoso intenso, que el 54% sufre depresión y el 15% ha pensado alguna vez en suicidarse. Entre los datos positivos, en el 19% de los casos los propios compañeros defienden al alumno acosado.
El acoso escolar se multiplica por cuatro en niños de 7 u 8 años, y disminuye progresivamente hasta el Bachillerato. 
(Foto: Rafael Martínez)
Madrid. M. GIRON
Uno de cada cuatro alumnos sufre acoso o violencia en las aulas, sin que se detecten diferencias entre colegios públicos, concertados o privados, según datos de un estudio que pone además de relieve que el 60% de los acosadores acabará cometiendo un delito antes de cumplir los 24 años.El estudio, titulado “Cisneros X. Violencia y acoso escolar en España”, ha sido dirigido por Araceli Oñate, directora del Instituto de Innovación Educativa, e Iñaki Piñuel, profesor en la Universidad de Alcalá y director del “Mobbing Research” (Investigación del Acoso).El estudio revela que el riesgo de sufrir acoso escolar se multiplica por cuatro en niños con 7 u 8 años y que disminuye progresivamente hasta el Bachillerato, etapa esta última en la que el porcentaje de acoso en las aulas (en torno al 11%) coincide con el acoso que se produce en otros ámbitos, como el doméstico o el laboral.El informe se basa en un muestreo realizado entre 25.000 alumnos de 14 comunidades, lo que según sus autores lo convierten en el más grande que se ha realizado en Europa sobre esta materia.
Violencia psicológica
Piñuel y Oñate señalan que el concepto de acoso escolar incluye tanto las agresiones y el daño físico, que representa el 10% de los casos, como la violencia psicológica, en la que incluyen el hostigamiento verbal, las amenazas, la intimidación y las coacciones, y advirtieron del daño psíquico y físico que provocan las dos formas de acoso y del riesgo de que esos daños se hagan crónicos.Los autores del estudio también advierten de la existencia de 250.000 alumnos que sufren un acoso o violencia “muy intensa”, y que la mitad de ellos presentan consecuencias psicopatológicas (lo que incluye tendencia al suicidio) y pueden llegar a la vida adulta con un daño crónico y ser más vulnerables ante otras formas de acoso.Iñaki Piñuel advirtió contra la “trivialización” y la “banalización” de la violencia psicológica, contra la negación del problema que hacen algunas instituciones, centros, padres o profesores y contra tópicos como el de que son “cosas de niños” o “hay que aprender a manejarse en la vida”, y denuncia el error fundamental que se comete al considerar que la víctima es la principal responsable de lo que ocurre.El informe también pone de relieve que el acoso es mayor entre los niños (24’4%) que entre las niñas (21’6%), y las mayores tasas se han detectado en Andalucía (27’7%), País Vasco y Navarra (25’6%), y las más bajas en Aragón y Canarias (19%).Los autores del estudio apuntan dos datos esperanzadores: que tres de cada cuatro niños acosados no se convierten a su vez en acosadores, y que en el 20% de los casos son los propios compañeros los que detienen las actitudes hostiles hacia un alumno.
Plan integral
Además, abogaron por la puesta en marcha de Plan Integral de Prevención de la Violencia y el Acoso Escolar que incluya la evaluación periódica de la situación, la implantación de protocolos de “buen trato”, por planes específicos de formación del profesorado y por el asesoramiento y el apoyo a las víctimas y a sus familias.Entre los indicadores que apuntan que un niño está siendo acosado destacan los cambios repentinos de comportamiento, las estrategias para ausentarse del colegio, síntomas psicosomáticos como ansiedad e insomnio, y la pérdida de autoestima.Piñuel y Oñate precisaron que los comportamientos de acoso más frecuentes que denuncian los niños son la utilización de motes, que no les dirijan la palabra, que se rían de ellos cuando se equivocan, burlarse de la apariencia física, golpes, collejas y patadas.Los autores del acoso suelen ser niños o niñas de la propia clase o de otras clases, mayores que la víctima. En un 3’7% de los casos, los niños que se sienten víctimas del acoso apuntan a los profesores como responsables del mismo.En cuanto al perfil de los niños que acosan suelen ser “agresivos, dominantes, con una desconfianza patológica, con falta de empatía y control emocional, y, sobre todo, han descubierto que pueden obtener éxito y control social humillando a otros. En este sentido, la principal razón que alegan estos niños para acosar a otros es el hecho de haber sido previamente provocados (22’4%) seguido de otras menos frecuentes como querer gastar una broma (8’6%) o simplemente molestar. Destaca el hecho de que un 3% de los encuestados hayan declarado realizar estas prácticas para evitar ser acosados.

lunes, 2 de febrero de 2015

Las constelaciones Familiares Honrar a Padres y Madres

La setmana passada vaig estar molt liat i no vaig poder-vos enviar el powerpoint que us vaig passar. Ara sí que estic en disposició de fer-ho, per la qual cosa us l’adjunto en format pdf.
Els que no hi vau ser, no entendreu alguna de les diapositives. Normal. Vam fer algun experiment amb paraules i la visualització de la llimona, que aquí no s’explica. El vídeo, el podeu trobar a internet sencer, encara que jo només vaig seleccionar un fragment de 6 minuts.

Un dels aspectes clau que vam treballar va ser com honrar als pares. Ho fam fer amb un cas pràctic gràcies a una mare que va sortir voluntària. Moltes gràcies, a la voluntària! I després ho vau fer tots els que vau voler amb una visualització guiada i les frases que teniu al pdf. Sobre aquest acte d’honra voldria comentar-vos alguna cosa.

En primer lloc, aquest és un acte absolutament voluntari. Ja ho vaig dir i, evidentment, ja sabeu que qualsevol activitat que us proposi és de lliure participació.
Fer un acte d’honra als pares des del cor no és fàcil. Moltes vegades portem un pes del qual ens costa alliberar-nos. Per això cal acceptar sempre el que hi ha i no podem forçar les coses. Cadascú arriba fins on pot, en cada moment. Segur que més endavant podrem fer un passet endavant més. Per tant, moltes gràcies a tots i cadascun de vosaltres per ser-hi i per arribar fins on hagueu pogut. Acceptar això ja és un acte d’alliberació saludable.

Quedo a la vostra disposició, com sempre.
Una abraçada,

domingo, 1 de febrero de 2015

Mejorar la Relación con los Estudios de los Hijos

Junto al consumo de drogas y alcohol, el abandono de los estudioses una de las mayores preocupaciones de los padres cuando sus hijos llegan a las edades de la adolescencia. Y más en un país como España que lidera la tasa de abandono escolar temprano en Europa,duplicando la media del resto de los países de la UE. Hay muchas formas de afrontar esta preocupación en la familia. Lo que nunca hay que olvidar son tres cuestiones básicas: no tener miedo al día que su hijo le plantée que quiere dejar los estudios (si es que ocurre); escucharle con atención y mantener siempre una buena relación de colaboración con el colegio.
Así lo explica Ana Herrero, psicóloga del Colegio Brains: «La adolescencia es una etapa que no debe dar miedo a los padres. Los niños dejan de ser niños y comienzan a definir sus ideas y su carácter. Para favorecer una buena relación entre hijos adolescentes y padres es importante saber escucharles con interés y atención, que vean que son comprendidos. La comunicación es la gran clave en esta etapa». Larelación colegio-alumno-familia debe ser más estrecha que nunca para evitar un abandono de las aulas. «Pero hay que tener cuidado, ya que el adolescente se puede sentir atacado —advierte la psicóloga—, puede ver las reuniones entre padres y profesores como un signo de desconfianza. Se tienen que plantear como algo bueno, como un signo de preocupación positivo por su futuro. El apoyo, la motivación y dejar que vean por sí mismos las consecuencias de renunciar a los estudios son claves para manejar la situación».
Si llega el momento en que un hijo le plantea a los padres que quiere dejar de estudiar, esto es lo que se debe hacer a juicio de la piscóloga:
1. Ser comunicativo: la comunicación es más fácil con preguntas abiertas, que permitan al adolescente explicar de manera extensa las razones por las que quiere abandonar los estudios. El simple hecho de escuchar con interés y atención y, sobre todo, con comprensión permite al chico razonar y ver que el camino que está eligiendo no es el correcto.
2. Ponerse en su lugar: la empatía ayudará también a comprender cómo se siente y porqué actúa de esa manera. Es fundamental ser consciente del origen de estas emociones y entenderlas; con las propias experiencias se podrá ayudar en esta situación.
3. Al menor síntoma pedir ayuda: todos pasamos por una etapa en la que tenemos más o menos ganas de hacer nuestras tareas. A los mayores les ocurre en el trabajo y a los pequeños con sus estudios. Hay que observar si ese comportamiento se alarga en el tiempo y, en el caso de que así sea, acudir a sus profesores. El orientador del centro también es clave para atajar el problema, ya que es el más indicado para detectar los posibles problemas de aprendizaje que pudiera haber por parte del adolescente.
4. Mostrar la realidad: en muchos casos los adolescentes abandonan los estudios porque consideran que es la mejor opción. La solución es mostrarles la realidad, hablar con familiares o amigos que se hayanarrepentido de haber abandonado demasiado pronto los estudios y que les hagan ver, desde su propia experiencia, que su opción no es la más adecuada.
5. Buscar alternativas: si el adolescente decide no continuar con su educación, lo mejor será, con ayuda de un orientador, buscar la alternativa de realizar un ciclo formativo de grado medio, ya que deja la puerta abierta a retomar sus estudios con un ciclo formativo de grado superior con el que poder acceder a la Universidad.