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sábado, 24 de agosto de 2013

El Papa Francisco: «No se puede alcanzar la paz sin diálogo»

Los Mejores Maestros Enseñan desde EL CORAZÓN

Los Mejores maestros enseñan desde el Corazón!!!

Felipe Diaz Pardo Educar en Tiempos de Crisis

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Felipe Díaz Pardo es un filólogo con una amplia trayectoria que le ha llevado de profesor de Lengua Castellana y Literatura, a Director de Centro, hasta las funciones de Inspector de Educación en Madrid. Esta experiencia le otorga una perspectiva de los entresijos educativos que pocos pueden aportar en un análisis.
Tuve la suerte de coincidir con él en la última Feria de Libro de Madrid, compartimos editorial y ya tuve ocasión de reseñar su anterior obra. Se me presentó y la conversación surgió rápida, la empatía fue inmediata como no puede ser de otra forma entre quienes vivimos en la ocupación y preocupación de cómo mejorar la educación. En esa línea me dedicó el libro que ahora tengo en las manos.
Es un libro importante que pone el acento en las claves de este laberinto en que se ha convertido la educación. Que la situación está mal, es un hecho; que puede mejorarse, también; la cuestión es cómo lograrlo. En Inteligencia natural dediqué una parte a lo que denominé “laberintos”, ideas que asumimos como ciertas e inamovibles y que contaminan la esperanza y las ganas de hacer condenándonos a la frustración y al inmovilismo. El objetivo de aquella obra era ambicioso, se trataba de diseñar un método educativo desde la infancia, Felipe Díaz Pardo se centra en desarrollar aquella parte del laberinto que allá esbozamos como punto de partida en la obra. En este sentido, es perfectamente complementaria. Coincidimos en un hecho elemental: ante la situación de crisis que vivimos, podemos caer en el pesimismo inmovilista y en la queja permanente o podemos considerar el momento como una oportunidad y, desde la comprensión de la realidad compleja y cambiante, plantearnos qué podemos hacer.
Y es mucho lo que podemos hacer, empezando por desmontar tópicos, replantear la necesidad del esfuerzo, orientar la necesaria implicación de la familia en las labores educativas, ser proactivos en nuestra labor en los centros, atrevernos como padres y profesores a recuperar la necesaria autoridad y liderazgo que nos devuelva al puesto de referentes educativos que nunca debimos abandonar, limpiar conceptos pervertidos por los medios y las circunstancias para recuperar actitudes básicas que nos permitan ser felices… Y un largo etcétera que el autor nos va planteando  a modo de propuestas que todos podemos implementar en nuestro día a día.
El desarrollo de la obra se elabora con frecuentes inserciones de referencias literarias, en ellas aparece el filólogo más allá de las demás ocupaciones. Facilita y agiliza la lectura. Desde luego, es un título para disfrutar, con ideas claras y necesarias en tiempos convulsos. Muy recomendable para todos los profesionales de la docencia, también para las familias. Enhorabuena, Felipe.

lunes, 19 de agosto de 2013

¿Aceptas el amor que crees merecer?

¿Aceptas el amor que crees merecer?

post lPara empezar este post, me gustaría plantearos las siguientes preguntas, a modo de reflexión:
¿Cómo es tu relación contigo mismo? ¿Te gustas? ¿Te aceptas?
¿Qué energía te genera la relación que tienes en este momento con tu pareja?
¿Sientes que con él/ella, renuncias a tu poder personal?
¿Qué tipo de personas tienes claro que encajarían en tu vida? ¿Coincide con el perfil de tu pareja?
Si tu respuesta es NO…¿Para qué sigues en esa relación?
Son algunas preguntas que planteo en mi libro Cuando amar demasiado es depender, y pienso que todos deberíamos responderlas, para tomar conciencia de si estamos o no con la persona adecuada para nosotros.
Dicen que aceptamos el amor que creemos merecer, y estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación. Si tenemos una buena autoestima, es decir, un buen auto concepto y una buena auto imagen de nosotros mismos, no aceptaremos a nadie que nos menosprecie o que nos haga sentir menos de lo que creemos que somos. Daremos por supuesto que podemos encontrar una persona que va a valorarlo porque para nosotros no hay otra verdad.

En cambio, cuando nuestra autoestima es baja y nos infravaloramos, conectaremos con el miedo a que nadie nos elija, a que nadie quiera estar con nosotros (por valer tan poco) y es cuando nos quedaremos con el primero que se muestre interesado. Y no daremos importancia a si nos ofrece un amor sano o un amor tóxico, si nos quiere de manera honesta y transparente o si está en la relación porque le interesa o simplemente para tener a alguien a quién maltratar y así sentirse mejor…y es en estos casos cuando generamos dependencia emocional:
Cuando quedamos atrapados en las garras del enganche forzoso y la pérdida de la dignidad, cuando malvendemos al otro el control de nuestra propia vida y nos conformamos con limosnas afectivas y un espiral de tristeza, auto engaño y frustración.
La dependencia emocional es la que hace que a pesar de responder las preguntas que planteo y ver que no estamos con la persona que queremos, nos sentimos incapaces de dejarlo y enfrentarnos a nuestra propia soledad, al vacío inmenso que produce la ruptura obligada cuando se mezcla con una necesidad enfermiza que atraviesa cada poro de nuestra piel.
Por este motivo, creo que es cierto, aceptamos el amor que creemos merecer. Quizá no de manera consciente, pero si hacemos un trabajo interior y nos observamos, veremos que así es. El que siente que merece más, va a por más ya que de no hacerlo, se sentirá profundamente insatisfecho e infeliz. El que se conforma con algo malo, es porque cree que es lo máximo a lo que puede aspirar y se resigna, una palabras que como sabéis no me gusta en absoluto porque la entiendo como “quedarnos con algo que no nos gusta, en aquellos casos en los que es posible cambiarlo y obtener lo que realmente deseamos”.

La Importancia de Mejorar el funcionamiento del cerebro

Es muy importante
Conocer
Y desarrollar el funcionamiento de nuestro cerebro
Somos capaces de elegir
Lo que queremos ser
Lo que queremos pensar
Lo que queremos sentir
Lo que queremos hacer

domingo, 18 de agosto de 2013

Los Menores no Pueden consumir alcohol

No deberían consumir alcohol...• Los menores de 18 años, ya que aún están
en fase de crecimiento.
• Las mujeres embarazadas.
• Cualquier persona que tome medicamentos.
• Personas con alguna enfermedad
que desaconseje el consumo
(patologías o enfermedades
hepáticas...).
• Cuando se conducen vehículos,
se practiquen deportes o se
manipulen máquinas u objetos
peligrosos.
Puede ser problemático beber...
• Si se utiliza regularmente para relajarse,
para evitar la tristeza, la ansiedad...
• Cuando no se puede dejar de beber una vez
que se ha empezado.
• Si se ha intentado beber menos sin conseguirlo.
• Si disminuye el interés o rendimiento
en los estudios o el trabajo.
• Cuando se miente sobre el consumo
a la familia, los amigos o el médico.

viernes, 9 de agosto de 2013

Aprender a Reforzar

niña haciendo puchero refuerzo positivo

Estaba intentado hacer dos cosas a la vez -cocinar mientras lidiaba con algunos papeles del trabajo en la habitación de al lado. Había sido interrumpida doscientas veces con pedidos de aperitivos, gritos sobre la pintura al agua derramada, preguntas acerca de lo que les gusta comer a las ardillas y diferentes argumentos sobre si las nubes podrían ser de color azul y las flores de color verde. ¿Y mencioné que una hernia de disco en la espalda me dolía aún más que mi cabeza? Aún así, nada puede justificar mi comporamiento esa tarde. Estallé como el monte Momsuvius: “¡Basta! ¡Salgan! ¡Dejen de molestarme!” La mirada en la cara de mis hijos lo decía todo. Los ojos de la de 2 años se ampliaron. El de 4 años de edad, frunció el ceño y clavó su dedo entre los labios. Inmediatamente me hubiera gustado meter las palabras de lava caliente de nuevo en mi boca. Desde luego, no habían venido de mi corazón o de mi mente.Todos decimos las cosas mal a veces, dejando a nuestros hijos sentirse heridos, enojados o confusos.
Si continuas leyendo conocerás algunos de los pasos en falso verbales más comunes que las mamás y los papás hacen, y las alternativas más amables.

1) Por qué no debemos decir: “¡Déjame en paz!”

Un padre que no anhela un descanso ocasional es un santo, un mártir, o alguien que está tansobrepasado que se ha olvidado de los beneficios de recargar las pilas. El problema es que, cuando habitualmente dices a tus hijos: “No me molestes” o “estoy ocupado”, se internaliza ese mensaje, dice Suzette Haden Elgin, Ph.D., fundador del Centro de Estudios de Idiomas Ozark, en Huntsville, Arkansas. “Los niños empiezan a pensar que no tiene sentido hablar contigo porque siempre estás tratando de quitártelos de encima.” Si configura este patrón cuando sus hijos son pequeños, entonces pueden ser menos propensos a decir las cosas a medida que envejecen.
Desde la infancia, los niños deben adquirir el hábito de ver a sus padres tomarse un tiempo para ellos mismos. Use válvulas de liberación de presión – ya sea contar con la niñera, pedirle a su pareja o a un pariente para que cuide de los niños, o incluso el colocar a su hijo delante de un vídeo de modo que usted pueda tener media hora para descansar y reagruparse.
En esos momentos en los que estás preocupado (o estresado, como yo cuando exploté con mis hijas), resulta necesario configurar algunos parámetros de antemano. Yo podría haber dicho: “Mamá tiene que terminar una cosa, así que necesito que pinten en silencio durante unos minutos. Cuando termine, vamos a salir a la calle.”
Sea realista. Un niño de 2 y otro en edad preescolar es probable que no sepan divertirse solos durante una hora entera.

2) Por qué NO debemos etiquetar a nuestros hijos

crianza respetuosa y educación conscienteLas etiquetas son atajos injustos para los niños: “¿Por qué eres tan malo con Katie” O “¿Cómo puedes ser tan torpe?” A veces los niños nos escuchan hablar a los demás: “Ella es muy tímida.” Los niños pequeños creen lo que escuchan sin lugar a dudas, incluso cuando se trata de ellos mismos. Así etiquetas negativas pueden convertirse en una profecía autocumplida. Thomas recibe el mensaje de que la maldad está en su naturaleza. “Torpe” Sarah comienza a pensar en sí misma de esa manera, lo que socava su confianza. Incluso las marcas que parecen neutrales o positivas – “tímido” o “inteligente” – encasillan a un niño y lo colocan en un lugar innecesario o generan expectativas inadecuadas sobre la criatura.
Las peores etiquetas pueden tocar muy hondo. Muchos padres pueden aún vívidamente y con amargura, recordar cuando su propio padre dijo algo así como “Eres tan inútil” (o “perezoso” o “estúpido”).
Un enfoque mucho mejor es abordar el comportamiento específico y dejar los adjetivos sobre la personalidad de su hijo fuera de él. Por ejemplo, “los sentimientos de Katie fueron heridos cuando le dijiste a todos que no juegue con ella. ¿Cómo podemos hacer que se sienta mejor?”
(otro enfoque que se me ocurre es el de comentarle cómo lo notamos: “Cariño, te noto un poco intranquilo, ¿te pasa algo? ¿te preocupa algo? ¿quieres contarme qué te tiene mal?)

3) Por qué no debemos decir “No llores”

Variaciones: “No estés triste”. “No seas bebé.” “Vamos, vamos – no hay razón para tener miedo” “No pasó nada.”
Pero los niños no se molestan lo suficiente como para llorar, especialmente los niños pequeños, que no siempre pueden expresar sus sentimientos con palabras. Ellos se ponen tristes, se asustan. “Es natural querer proteger a un niño de esos sentimientos”, dice Debbie Glasser, Ph.D., director de Servicios de Apoyo Familiar en el Instituto Mailman Segal para Estudios de la Primera Infancia en Nova Southeastern University, en Fort Lauderdale. “Pero decir ‘no ser’ no hace que un niño se sienta mejor, y también puede enviar el mensaje de que sus emociones no son válidas – que no está bien estar triste o asustado.”En lugar de negar que su hijo se siente de manera particular – cuando, obviamente lo está – reconocer la emoción en una primera instancia. “Debes haberte sentido realmente triste cuando Jason dijo que él no quería ser tu amiga.” “Sí, las olas  pueden dar miedo cuando no estás acostumbrado a ellas. Pero sólo tendremos que estar aquí juntos y hacerles cosquillas en los pies. Te prometo que no te voy a dejar ir de mi mano.”Al nombrar los verdaderos sentimientos que tu hijo tiene, le das las palabras para expresarse – y le muestras lo que significa ser empático. En última instancia, va a llorar menos y describir sus emociones en su lugar.

4) Por qué no se debe comparar a nuestros hijos

Puede ser que parezca útil para mantener a un hermano o amigo como un ejemplo brillante. “Mira lo bien que Sam se sube las cremalleras del abrigo”, se podría decir. O “Jenna está usando el orinal ya, así que ¿por qué no haces lo mismo?” Pero las comparaciones casi siempre son contraproducentes. Tu hija es ella misma, no Sam o Jenna.
Es natural que los padres comparen a sus hijos, para buscar un marco de referencia sobre sus logros o su comportamiento, dicen los expertos.
Pero no deje que su hijo le oiga hacerlo. Los niños se desarrollan a su propio ritmo y tienen su propio temperamento y personalidad. Al comparar a su hijo con otra persona implica que usted desea que el suyo fuera diferente.
Hacer comparaciones tampoco ayuda a cambiar el comportamiento. Siendo presionados para hacer algo que no están listos para (o no le gusta ) hacer puede ser confuso para un niño pequeño y puede minar su confianza en sí mismo. Es probable que también se lo tome contra ti y resuelva no hacer lo que tú quieres, en una prueba de voluntades.
En su lugar, mejor es estimular sus logros actuales: “Oh! has pasado los brazos por el abrigo  por ti mismo!” O “Gracias por decirme que el pañal necesita ser cambiado.”

5) Por qué no debemos gritar: “Tú puedes hacerlo mejor que eso!”

educar las emociones
Como las comparaciones, las presiones  pueden picar de maneras que los padres nunca se imaginan. Por un lado, un niño en realidad puede no haber sabido hacerlo mejor. El aprendizaje es un proceso de ensayo y error. ¿Su hijo realmente sabía que la bola de  un lanzador sería difícil de atrapar? Tal vez no me pareció del todo, o que era diferente a la que había atrapado con éxito de por sí en el preescolar.
E incluso si él cometió el mismo error que fue ayer, su comentario no es ni productivo ni de apoyo. Déle a su hijo el beneficio de la duda, y sea específico. Decir “me gusta más si lo haces de esta manera, gracias.”
Frases similares incluyen “No puedo creer que hicieras eso!” y “Ya era hora!” No parecen horribles, pero es mejor no decirlas demasiado. Ellos las acumulan, y el mensaje subyacente que los niños escuchan es: “Eres un dolor en el cuello, y nunca haces nada bien”.

6) Por qué no debemos hacer amenazas

Las amenazas, por lo general  son el resultado de la frustración parental y rara vez son eficaces. Solemos pulverizar catódicas advertencias como “Haz esto o de lo contrario!” o “Si lo haces una vez más, te pego!” (ay no! no le diría eso! tal vez sí le diría: Me enojo!) El problema es que tarde o temprano se tiene que hacer valer la amenaza o de lo contrario pierde su poder. Se ha encontrado que las amenazas de golpear a provocar más azotes – que a su vez se ha demostrado que no son una forma efectiva para cambiar el comportamiento.
Cuanto más joven es el niño, más tiempo se necesita para que una lección sea asimilada “Los estudios han demostrado que las probabilidades de que un niño de dos años de edad, repita una fechoría más tarde en el mismo día son del ochenta por ciento. No importa qué tipo de disciplina se utiliza “, dice Murray Straus, Ph.D., un sociólogo de la Universidad de Family Research Lab de Nueva Hampshire.
Incluso con niños mayores, no hay una estrategia disciplinaria que produzca resultados infalibles. Así que es más eficaz para desarrollar un repertorio de tácticas constructivas, como la redirección, retirar al niño de la situación, o tiempos de espera, de lo que es confiar en los que tienen consecuencias negativas probadas, así como las amenazas verbales y los azotes.

7) Por qué no debemos decirle: “Ya verás cuando llegue papá a casa”

emociones rabietas de los niños

Este familiarizado cliché de crianza no es más que otro tipo de amenaza. Para ser eficaz, tiene que hacerse cargo de la situación de inmediato, tú mismo. La disciplina que se pospone no conecta las consecuencias con las acciones de su hijo. En el momento en que el otro padre llega a casa, lo más probable es que su hijo en realidad se habrá olvidado lo que hizo mal. Alternativamente, la agonía de anticipar un castigo puede ser peor que lo que merecía la falta original.
Pasar la pelota a otra persona  también socava su autoridad. “¿Por qué debería escuchar a mamá si ella no va a hacer nada de todos modos?” su niño puede razonar. No menos importante, usted está poniendo a su pareja en un papel de malo-policía inmerecida.

8) ¿Qué debemos decir en lugar de “¡Date prisa!”?

Esto es algo que le pasa a todo padre cuyo hijo no puede encontrar sus zapatos o blankie o que no sabe ponerse los calcetines por sí mismo. Considere su tono de voz cuando  pedimos a un niño que se dé prisa, y con qué frecuencia se le dice.
Si vas a empezar a quejarte, a hacer chillidos, o suspirar cada día, con las manos en las caderas y golpeando los dedos de los pies, tenga cuidado. Hay una tendencia cuando estamos presionados a hacer que nuestros hijos se sientan culpables. La culpa puede hacer que se sientan mal, pero no motivar a que se muevan más rápido.
“Me puse tan nervioso en mi casa por las mañanas, odiaba que la última imagen de mis hijos tenían de mí era que estaba enojado”, dice el terapeuta familiar Paul Coleman, autor de cómo decírselo a sus hijos. “Así que hice un pacto conmigo mismo. No importa qué, no iba a gritarles más o a revolear los ojos, incluso si alguien derramara su zumo o me pidiese que encontrara algo justo antes de salir.” En lugar de acoso verbal (“Te dije que apagaras la televisión hace cinco minutos!”), mejor es buscar la manera de calmar antes acelerar las cosas (que se apague el propio juego).
(Mi sugerencia -y lo que hacemos con nuestra hija- es explicarle el tiempo que llevará hacer tal cosa o bien, si está entretenida con algo y tenemos que irnos, pues 5 minutos antes, explicarle que nos vamos a ir y que se vaya preparando. Tratamos de no arrancarla de algo que la entretiene sino explicarle, con tiempo, que tenemos que hacer otra cosa, para que ella pueda mentalizarse. Y funciona! La opción B es contar hasta 5. La clave está en siempre cumplir lo que decimos.)

9) ¿Por qué “¡Buen trabajo!” o “¡Qué bueno eres!” no son la mejor alabanza?

¿Qué podría estar mal con la alabanza? El refuerzo positivo, después de todo, es una de las herramientas más eficaces que tenemos los padres. El problema viene cuando el elogio es vago e indiscriminado. Lanzando “¡Buen trabajo!” por cada pequeña cosa que hace su hijo – desde terminar su leche hasta hacer un dibujo – pierde sentido. Los niños lo detectan enseguida. También pueden establecer la diferencia entre la alabanza por haber hecho algo rutinario o simple y elogios por un trabajo real.
Para salir de la costumbre de tanta efusividad:
  • Alabar sólo los logros que requieren un esfuerzo real. El acabado de un vaso de leche no es suficiente. Tampoco hacer un dibujo, si su hijo es del tipo que hace decenas de ellos cada día.
  • Sea específico. En lugar de “Buen trabajo” o “Muy bien!”, diga: “Qué colores brillantes y alegres que escogiste para las manchas del perro.” O “Yo veo que dibujó un panorama de la historia que leímos esta mañana.”
  • Alabado sea el comportamiento en lugar de al niño: “Tú estabas tan tranquilo con tu rompecabezas mientras yo estaba terminando el papeleo, tal como te había pedido.”

jueves, 8 de agosto de 2013

Lo que Hacen Los Grandes Profesores

Lo que Hace a un Gran Profesor
1.-Que le guste lo que hace
2.-Implicados
3.-Interesados
4.-Conocer necesidades de alumnos
5.-Profesores muy interesados
6.-Involucrados
7.-Motivados
8.-Calma
9.-Disfruta
10.-Conocimiento
11.-Hace subir la escala de la satisfacción
12.-Trato personalizado
13.-Involucrada
14.-Entusiasmada
15.-Reconocedora
16.-Buen Diagnostico
17.-Atención plena
18.-El éxito llama al éxito.
19.-El Efecto ganador
20.-Son buenos motivadores
21.-Efecto Pigmalión
22.-Elogian
23.-Recompensan
24.-Halagan
25.-Reconocen
26.-Cooperan
27.-Influyen
28.-Animan
29.-Consiguen compromiso
30.-Consiguen implicación
31.-Aprecian el Esfuerzo no tanto el resultado
32.-Reconocen el Esfuerzo
33.-Admiten error
34.-Sabemn que la derrota y fracaso enseñan
35.-Conecta emocionalmente con sus alumnos
36.-Maneja el Dialogo Verbal

37.-Maneja el Dialogo Emocional

Redes Neurobiologia (La adolescencia nos hizo humanos) Eduard Punset

Los Trastornos más habituales en la escuela

El Consejo Provincial del Colegio de Psicólogos encendió la luz de alarma ante el fenómeno de la patologización de la infancia. A través de un comunicado, las autoridades de la entidad –que nuclea a los profesionales de toda la provincia– advirtieron que "es un riesgo seguir usando el manual de diagnóstico DSM V de la Asociación Americana de Psiquiatría". "Lo único que hacen esas clasificaciones es responder a las necesidades de los grandes laboratorios", cuestionó en contacto con Rosario3.com, Jorge Portaneri, presidente del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Santa Fe de la 1ª Circunscripción. Además, en el comunicado manifestaron que las concepciones que anida ese manual "permitieron que se aprobara en Santa Fe una ley de autismo que maneja cifras elevadísimas: se habla de 32.000 niños con autismo en la provincia".
El DSM es el manual que se utiliza para clasificar las patologías mentales a través de un test de evaluación donde entran en juego instrumentos para estandarizar comportamientos pero también para encasillar el sufrimiento de niñas, niños y adolescentes. El DSM, según los psicólogos, escapó al ámbito específico de la psiquiatría y comenzó desde hace varios años a ocupar otros territorios: escuelas, gabinetes, hospitales, médicos clínicos, juzgados.
Es la hora del recreo. Un grupo de niños juega a la pelota mientras M. se queda sentado bajo un árbol. Primero hace andar un autito en la tierra, luego toma una pequeña rama y en silencio y sin levantar la vista hace trazos en el suelo. Las maestras lo observan alejado del grupo y enseguida sacan una instantánea. "M. no demuestra interés por el deporte competitivo, tiene problemas para entablar conversaciones y siempre parece estar en la Luna", según el ojo que lo mira y que en muchos casos está atravesado por las indicaciones de este manual de la Asociación Americana de Psiquiatría que desde hace tiempo preocupa a los profesionales especializados en piscología infantil.
En Santa Fe y nucleados en el Colegio de Psicólogos, esta semana los profesionales respondieron con críticas fuertes "a la patologización de la infancia que impulsa el manual que no hace más que rotular y clasificar síntomas para medicar o tratar de forma extrema".
Según Portaneri, "el manual sigue ampliando la lista de trastornos hechos a la medida de la industria farmacéutica. Ya en 1980 se habían añadido 112 nuevos trastornos mentales a la tercera edición del DSM, en la tercera edición revisada (1987) y en la cuarta (1994) aparecieron otros 58 trastornos más".
¿Qué es lo normal y qué lo anormal? Establecer el límite mediante el DSM es cada vez más difícil. En EE.UU. declararon como “trastorno” la adicción a la computadora, al chat, a la cirugía estética, entre otros. Es así que si esas conductas son diagnosticadas como trastornos psiquiátricos, los seguros médicos están obligados a cubrir el tratamiento, por lo cual los laboratorios fabricantes de psicofármacos engrosan sus ganancias de la mano de la ampliación de estos criterios.
"Lo que más preocupa es que se está usando para determinar ya en un niño de 18 meses que tiene una enfermedad incurable, que sólo puede ser tratada sintomáticamente lo cual marcará seriamente su vida de ahí en más. Y en muchos casos no son los profesionales los que diagnostican sino los padres y maestros", apuntó.
Las etiquetas que se importan
El "trastorno de ansiedad social", llamado primero "fobia social", fue uno de los siete nuevos trastornos de ansiedad creados en 1980. Para la década de 1990 los expertos lo llamaban "el trastorno del decenio" e insistieron que hasta uno de cada cinco estadounidenses lo padecía. En 1987 se le añade la aversión a hablar en público lo que lo hace aún más elástico para incluir prácticamente a todo el mundo.

Los diagnósticos correspondientes al trastorno bipolar aumentaron en 4.000% y la sobremedicación es imposible sin sobrediagnóstico. Según el comunicado del Colegio de Psicólogos, "uno de los responsables de la llegada del trastorno bipolar a EE.UU. es el psiquiatra Joseph Biederman, que lleva años haciendo estudios y conferencias sobre el tema y que recibió 1,6 millones de dólares entre el año 2000 y el 2007, procedentes de las farmacéuticas que fabricaron los medicamentos para dicho trastorno, al parecer para dedicarlos a seguir investigando la enfermedad".

Hasta los años noventa era una afección desconocida en los niños. Ahora ya es uno de los diagnósticos más frecuentes en psiquiatría infantil, las visitas se han multiplicado por 40 en menos de 10 años, siendo muchos de los “enfermos” niños de dos y tres años.

Las rabietas, berrinches o caprichos, también forman parte del DSM. Incluso, se recomienda tratarlas si son más de tres a la semana durante un año aunque se trate de niños pequeños, de entre 2 y 4 años, donde esas actitudes son no sólo frecuente sino naturales y esperables.
El gobierno estadounidense dice en base a estos parámetros que uno de cada cinco niños tiene un trastorno de la salud mental manejando el siguiente cuadro:
TDAH – 7 % de los niños han sido diagnosticados. (Trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad)
TRASTORNOS DE CONDUCTA – 3,5 % niños
TRASTORNOS DE ANSIEDAD – 3% niños
DEPRESIÓN – 2% niños
AUTISMO – 1% niños
SINDROME DE TOURETTE – 2 de c/ 1000 niños

El TDAH es diagnosticado a través de cuestionarios plagados de términos que dependen del criterio de quien lo llena como poco, demasiado, a menudo estas preguntas son contestadas habitualmente por los padres o maestros.
El T.G.D. o espectro autista (como figura en el DSM V que amplía aún más su cobertura) se diagnostica como el TDAH con cuestionarios (en este caso el chat) que habitualmente responden los padres según lo que les parece poco, demasiado, habitualmente.
"Hay profesionales que trabajan desde la idea que es genético y es necesario remarcar que hay que pensarlos desde cuestiones psicosociales. A los padres les alivia la culpa el pensar que sus hijos nacieron así y que tienen la solución al alcance de la mano", concluyó Portaneri.